El recuerdo de un luchador incansable

por Mariano Pagnucco

Se fue Alejandro Cabrera Britos. La cultura popular perdió a uno de sus artífices más vitales y a uno de sus defensores más comprometidos. No suele pasar con las personas de a pie que son ajenas a la vidriera pública, pero el sacudón por su pérdida fue distinto. Cuando se supo que Alejandro, el Topo, había perdido la vida en un accidente de ruta camino a Pergamino, quienes lo conocieron en las (muchas) luchas que daba a cada paso sintieron que algo profundo se había roto, que un espacio de alegría y resistencia quedaba vacío. Desde la música callejera con sus grupos (Jamaicaderos, Pezones Cardozo, Mavirock), desde la militancia territorial junto a familiares y amigos de víctimas de la represión estatal, desde la junta interna de ATE en el Senasa o desde la solidaridad con cualquier causa con olor a pueblo, Alejandro construyó un camino de vida que lo llenó de amistades, abrazos y fraternidades amorosas. En la edición N° 122 de Periódico VAS, el creador y presidente del Frente de Artistas Ambulantes Organizados (FAAO) denunciaba el «culturicidio» del Gobierno porteño: «Hay un intento permanente de transformar el espacio público en privado en beneficio de unos pocos, ya sean los anticuarios de San Telmo o los amigos de la calle Florida”.

Alejandro consideraba que la reforma del Código Contravencional, el desmedido despliegue policial y otras estrategias de control por parte del oficialismo apuntan en una sola dirección: «Están tratando de aniquilar cualquier posibilidad de generar un ingreso económico informal en el espacio público”. Las malas lenguas dicen que el proyecto del Gobierno para San Telmo es que la zona se pueble de food trucks y otras modalidades de explotación comercial. “Es una política de Estado, para el macrismo la cultura es una mercancía”.

Aunque ya no está para bancar las paradas en las calles, quedan su compromiso, su gesto rebelde, su sonrisa contagiosa y su vocación por construir trincheras luminosas en medio de tanta hostilidad. ¡Hasta la próxima lucha, compañero!

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Ilustración: WILLY

 

 

 

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