Elecciones y Democracia

Parte II

por Rafael Gómez

En la PARTE I hablábamos del origen y propósito de la Democracia, de cómo un pueblo reunido en asambleas discurría y gobernaba según los intereses del conjunto, y de cómo el concepto de la Democracia (el poder del pueblo) se fue tergiversando cuando ese pueblo empezó a gobernar a través de sus representantes. La llamada democracia representativa, mencionada en nuestra Constitución. A partir de ahí, los gobernantes se fueron convirtiendo en los representantes de los poderosos, en nuestro caso: de los terratenientes, de las corporaciones y del FMI. Los representantes son la actual clase política. El pueblo dejó de gobernar en absoluto, y entonces la Democracia se transformó en un cuento.[1]

¿Cómo funciona?
Parte de ese cuento son las Elecciones. El Circo electoral, montado cada dos o cuatro años, protagonizado por la clase política, difundido por los medios de comunicación masivos, y sostenido económicamente por las corporaciones y el FMI, es una parodia de lucha entre magos, payasos, malabaristas, fieras, gladiadores y equilibristas, que fingen defender los intereses del pueblo. Ninguno de esos candidatos ha sido directamente elegido por el pueblo para representarlo. Son productos mediáticos puestos a dedo, designados por una cúpula partidaria, por las corporaciones o el FMI. ¡Y quieren hacerle creer a la gente, a través de los medios corporativos, que la representan y luchan por sus intereses! Mienten.

La mentira es parte de la Infocracia, según el filósofo Byung-Chul Han, es decir, del poder ejercido por los medios corporativos: a través de las entrevistas manipuladas, los memes, big data, fake news, y un cúmulo de información intrascendente que sirve para entretener y anular el razonamiento del público. La mentira de la infocracia oculta y fragmenta la sociedad. Y al revés: el discurso racional es el discurso de la verdad. Y la verdad construye comunidad. Tener el coraje y la libertad de decir la verdad es la característica esencial de la Democracia.[2]

¿Entonces qué hacer?
La palabra circo viene del latín, circus significa círculo y también cerco. El circo era un espectáculo de la antigua Roma, fantástico, muchas veces sangriento, ofrecido por la clase política para entretener al pueblo. Ni el entretenimiento ni el ofrecimiento eran inocentes. Se procuraba mediante los espectáculos distraer y descargar la agresividad del pueblo. Algo notable en los candidatos de las actuales elecciones es precisamente la carga de violencia que portan para identificarse con el público. Violencia genuina que el público siente, por la opresión y las mentiras, y que los candidatos circenses canalizan hacia sus propios objetivos. ¿Y si no lo logran? Circo también significa cerco, es decir: contención y represión en el caso de que los payasos no funcionen.

Conclusión. Lo que hay que hacer es salir del circo e ir por la verdad.

¿Y con estas elecciones?
Salirse. Ya está agotada la democracia representativa. Tratemos de generar un discurso racional hacia la verdad, una democracia participativa donde el pueblo realmente gobierne según sus propios intereses.

En cuanto a los payasos, me decía un poeta amigo: “Mi ley no es Milei, no soy fascista ni resentido. Patricia, la del apellido rico enganchado con la violencia, no me representa. Y tampoco necesito la mentira popular y un golpe de Massa para arrodillarme ante el FMI y las corporaciones”.

Conclusión. No votar por el menos malo, porque eso es engañarse a sí mismo y hasta aquí hemos llegado con la receta. Votar por afinidad ideológica; y si no la hay, salir del circo. Hacer como el poeta.

 

1. Ver “El Cuento de la Democracia” en el Periódico VAS Nº 173.
2. Ver el libro Infocracia, autor: Byung-Chul Han, Ed. Taurus.

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