La democracia de Conan, el bárbaro

por Marcelo Valko

Si llega al consultorio de un psiquiatra una persona que asegura estar conectado íntimamente con “las fuerzas del cielo” lo miraría con atención. Ahora, si luego agrega que recibe mensajes sobre economía de su perro Conan con el que habla frecuentemente, que encima está muerto, y añade que antes del fallecimiento del animal lo clonó y que sus cuatro mastines actuales son producto de aquella clonación a quienes denomina “mis hijitos” el profesional comenzaría a inquietarse. Ahora bien, si ese individuo le anuncia que se presentará a las elecciones y uno de sus clichés de campaña publicitaria, para algarabía de sus seguidores y asombro para la prensa extranjera, consiste en agitar una motosierra de acá para allá afirmando que acabará con la casta política mientras mantiene una relación de absoluta obediencia hacia su hermana a la que de hecho llama “El Jefe” ya estaría comunicándose con un colega para una urgente interconsulta. Si pese a todo esto, en las elecciones es votado por catorce millones y medio de argentinos convirtiéndolo en presidente explica la gran preocupación que tenemos otros muchos millones de ciudadanos y también evidencia como un voto masivo o mayoritario no necesariamente es una demostración de razonabilidad, muy por el contrario, si Kant se enterara de algo así revolearía por el aire su Crítica a la Razón Pura y optaría por regresar a la tranquilidad de su tumba en Königsberg. A dos meses de la asunción de Milei, una situación económica que era mala, ahora se agudizó de manera nunca vista, y eso que nosotros sabemos de crisis y espirales inflacionarias. Para colmo, de sus promesas de acabar con la casta política, lo primero que hizo fue incorporarla a su gobierno, al punto que, a la persona que acusaba de haber sido “una terrorista que ponía bombas en jardines de infantes” la nombró ministra del interior, en tanto que el resto de la casta política cambió tranquilamente de vereda. Es verdad, aunque usted no lo crea. Y como frutilla del postre, reivindica a un general genocida como Julio Roca que apuntó contra indígenas y luego contra el movimiento obrero y que explica la furia en mi contra por alguno de sus seguidores por haber escrito “Fui Roca un bronce herido de muerte”.
Como si esto fuera poco, hace unas semanas en el Foro de Davos entre otros disparates para asombro de todo el mundo terminó afirmando que Argentina, o sea él que asegura ser un león acabó con el comunismo mundial, y ni bien finalizó su conferencia tuiteó la imagen que acompaña esta nota que si llegaran a verla los muchachos de la CIA o del MI5 se preguntarán en que plataforma puede verse esta película desopilante…
Continuando con un tema del todo alejado a la razón, les comento que de chico viví en la selva paraguaya a raíz del trabajo de mi papá en un aserradero, casi de inmediato experimenté la cercanía de la fauna mítica que todos los pueblos cargan en lo más profundo de su inconsciente colectivo. Al salir del colegio por la tarde, nos reuníamos en cercanías de un arroyito y mientras caía la tarde y comenzaban las sombras surgían experiencias vividas por distintas personas que pretendían ser protagonistas de eventos y apariciones que no se dejan ver tan fácilmente. Todos los relatos que comentábamos con los chicos eran episodios memorables de Stephen King. Poco a poco, los sonidos del día cambiaban a otros ruidos propios del anochecer y la verosimilitud del lobizón cobraba una inquietante y absoluta realidad. En esa época, a mis 10 o 12 años, no imaginaba que un señor llamado Borges había escrito en 1957 nada menos que un “Manual de zoología fantástica”. Ya de grande, de la mano de mi amiga la arqueóloga Florencia Kusch brillante especialista en la Cultura Aguada del noroeste argentino me introdujo en su iconografía donde en particular sobresale el shamán-jaguar o la anfisbena, la víbora de dos cabezas, el mismo ser que aparece tempranamente mencionado en la crónica “Historia Natural” del romano Plinio.
Ya para terminar, Borges afirma que ignoramos el sentido de esta fauna mítica como ignoramos el sentido del universo, pero en la imagen de estos seres fabulosos como un lobizón, el unicornio, un dragón o en el perro Conan hay algo que concuerda con la imaginación de la gente. Aunque sé que muy pocos coincidirán conmigo atados a distintas variantes socioeconómicas, me permito agregar, que algo del todo irracional suscita la imagen del perro fantástico que le habla a Javier Milei, imagen que tanto satirizamos, pero es evidente que esa imagen que debería ingresar al Manual de animales fabulosos de Borges hizo eco de modo subliminal en el inconsciente de millones de argentinos y explica, lo que la razón no puede hacer, para haberlo llevado a la Casa Rosada y para que allí tenga mejor conexión con su mascota del más allá. Es lento, pero viene…

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