La discriminación en los medios también es violencia

por Ximena Federman

Envidiosas. Competitivas. Sensibles. Irracionales. Emocionales. Superficiales. Sumisas. Chismosas. Tontas. Así somos las mujeres según los medios de comunicación y la publicidad. Los medios cumplen un rol fundamental en la producción, reproducción y profundización de estereotipos de género. Así, se naturalizan y se invisibilizan las relaciones desiguales y los roles de género. Es violencia mediática.

Desde el 2003, se ha avanzado a pasos agigantados en la legislación para erradicar la discriminación y la violencia hacia las mujeres. La Ley de violencia contra las mujeres, el Decreto que prohibe los avisos de prostitución, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y el Plan Nacional contra la Discriminación, son solamente algunas de las herramientas para luchar en contra de la violencia de género y la discriminación.

La visión de las mujeres en los medios es estereotipada y cosificante. Según una marca de productos de limpieza, estamos perdidas, a la espera de un súperheroe varón que nos venga a salvar. Una marca de desodorante nos retrata como objetos sexuales al servicio de los deseos de un varón, semi-desnudas y animalizadas.
Un jabón para los platos sostiene que somos envidiosas y competitivas, incapaces de sentir alegría por una amiga. Un afamado conductor le corta la pollera a las participantes en su programa. Todo en nombre del humor y sin malas intenciones, invisibilizando y naturalizando la violencia que supone.
La violencia de género es la que se ejerce contra la mujer por el hecho de ser mujer, se la considera un objeto, propiedad del varón. Existen diferentes tipos de violencia, desde la discriminación, pasando por la agresión física y psicológica hasta el asesinato.

Estas distintas formas de violencia son reconocidas por primera vez en la Ley 26.485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollan sus relaciones interpersonales, sancionada en 2009. Hace una clasificación de los tipos de violencia: física; psicológica; sexual; económica y patrimonial; y simbólica.

Esta última es la madre de todas las violencias ya que naturaliza la discriminación y la vulneración de derechos, explica Perla Prigoshin, militante feminista y Coordinadora de la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de la Violencia de Género (CONSAVIG) que depende del Ministerio de Justicia y tiene por objeto elaborar y diseñar sanciones de acuerdo a la Ley 26.485.
Se trata de una ley revolucionaria ya que hace eje en la relación de poder desigual entre hombres y mujeres y se reconoce que la violencia contra las mujeres no solamente es física. Por primera vez se clasifica la violencia mediática como los mensajes e imágenes estereotipados en los medios de comunicación, que promuevan la explotación de mujeres, legitimando la desigualdad de trato o que construyan patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres.
El Decreto 936, firmado hace unos meses por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, va en el mismo sentido. Estos avisos expresan y legitiman la cosificación y la sumisión de la mujer. Se prohíben los avisos de prostitución con dos objetivos: por un lado, reducir una vía para la trata de personas, y por otro, reducir la discriminación y el sexismo hacia las mujeres. De la misma forma, la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual establece por primera vez, que se deben evitar contenidos que promuevan o inciten tratos discriminatorios.

La discriminación hacia la mujer en los medios es sistemática y cotidiana. Estas herramientas son un primer paso para visibilizar y erradicar contenidos sexistas y violentas de los medios. La violencia mediática no será la batalla más urgente, pero no por eso es menos importante. La violencia física y el femicidio sería imposible si no viviéramos en una sociedad machista que se sostiene y se reproduce en los medios. Es una batalla larga, pero vale la pena darla. Mujeres y varones podemos ser más libres.

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