La Historia y la Política la hacen los Pueblos

Entrevista a Norberto Galasso. Parte I

por Gabriel Luna

La casa de Galasso está cerca del Parque Chacabuco, más precisamente en el límite oeste del barrio Cafferata. El origen de este barrio fue un conjunto de chalés estilo inglés, con dos plantas y pequeño jardín al frente, construidos para las familias obreras durante la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen entre 1916 y 1922. Las tres callejas centrales del barrio (ahora con añosa arboleda) se llamaban Libertad, Igualdad, Fraternidad -por la Revolución Francesa- y desembocaban (como debía ser) en un espacio apropiado para los cambios sociales: la avenida Asamblea. Norberto Galasso, militante socialista, intelectual consagrado a la política y la historia de las luchas y los cambios sociales, y autor de más de cincuenta libros sobre estas luchas, vive en la avenida Asamblea. Nos parece una coincidencia apropiada.

La casa de Galasso también tiene dos plantas. Una intrincada escalera (como la de una torre) nos lleva a una sala amplia, sin adornos, algo desordenada, que es a la vez biblioteca, estudio, depósito, lugar de reuniones políticas, y un escritorio. Mesa de dos metros, una pila de libros en un extremo, computadora, un reloj despertador, espacio libre, pila de carpetas, revistas, papeles, en el otro extremo. Nos saludamos, hablamos del barrio, del tango donde se lo menciona («Ventanita de arrabal» de Contursi y Scatasso, cantado por Gardel). Entregamos a Galasso un periódico VAS, colocamos el grabador sobre la mesa, y preguntamos al autor de la «La larga lucha de los argentinos y cómo la cuentan las diversas corrientes historiográficas», que nos hable de la historia en sí, de las distintas corrientes históricas y de sus distintos enfoques (porque son estos relatos distintos los que están determinando las luchas políticas actuales, pensamos).

N. Galasso: La historia tiene dos columnas. Una, la que los académicos llaman heurística, es el cúmulo de información que existe sobre un determinado período. Ya sean vasijas, lanzas, en la época antigua; o escritos y noticieros de televisión en la época actual. La otra columna de la historia es la hermenéutica, que consiste en la interpretación de esa información.

En la heurística, uno puede ser rigurosamente científico en la medida que no omita ni oculte ningún hecho. El rigor científico está dado justamente por atenerse exclusivamente a documentación o testimonios de quienes vivieron en un determinado período, lo que se llama tradición oral. Pero en el campo de la hermenéutica, que es la interpretación de esos hechos, el historiador pone necesariamente su propia ideología; lo quiera o no. Es decir, interpreta desde un punto de vista.

P. VAS: No puede haber relato sin interpretación…

N. Galasso: Exacto. No hay historia neutra. Voy a poner un ejemplo. Halperín Donghi, hombre de gran prestigio académico y orientador de una corriente historiográfica que se caracteriza por aparentar un depurado «rigor científico» ajeno a toda subjetividad y a toda ideología, publicó «La Democracia y las masas», un libro referido al peronismo. Para describir la alzada del 16 de junio de 1955, Halperín Donghi dice textualmente: «fue bombardeado el Centro porteño por una insurrección aeronaval y como consecuencia de eso a la noche se quemaron las iglesias», y se detiene en ese hecho porque, desde su punto de vista, lo más importante fue la quema de las iglesias. ¡Y no dice que hubo 380 muertos en el bombardeo! Allí hay una interpretación de los hechos. Para mí es más importante la gente que murió y por eso digo que «fue una masacre donde los compatriotas fueron bombardeados por sus propios compatriotas». Es otra interpretación de los hechos. Es otra historia.

De esto surge que cuando las maestras en los colegios les dicen a sus alumnos: «mañana vamos a hablar de historia argentina» comenten sin saberlo una grave ingenuidad, porque ellas deberían decir: «mañana vamos a hablar de una interpretación de la historia argentina», que es la interpretación de la vieja corriente historiográfica mitrista, expresada en los nombres de las calles, en los próceres de las plazas, en los cuadros de los colegios… Por suerte, también hay maestros que dicen: «ahora vamos a hablar de una interpretación de la historia que hizo Mitre y luego fue divulgada por Grosso, por Levene, y luego  fue modernizada por José Luís Romero y Halperín Donghi.» Pero advierten a sus alumnos que también pueden leer otras interpretaciones de la historia: la del revisionismo rosista o la del revisionismo federal de Felipe Varela, que todavía no están incorporadas a la currícula escolar.

P. VAS: Entonces hasta aquí hay tres corrientes: la de Mitre, que llega hasta Halperín Donghi; la rosista generada por Ibarguren y sostenida después por Fermín Chavez y José María Rosa; y la del revisionismo federal de Felipe Varela, es decir, la de Norberto Galasso. ¿Cuáles son las diferencias ideológicas entre estas corrientes, que producen distintas interpretaciones, distintas historias?

N. Galasso: Una gran diferencia que tenemos con el mitrismo es que nosotros partimos del concepto de que a la historia y la política no las hacen las elites, sino que las hacen los pueblos. Pareciera que son los políticos los que hacen las cosas, pero en realidad a la historia la protagonizan los pueblos. Fue el pueblo el que hizo el 20 de diciembre de 2001, también el 17 de octubre de 1945, y también el 25 de mayo de 1810.

Otra diferencia con el mitrismo se da en el campo de la política económica. ¿Pongo un ejemplo? Cuando analizo la política económica de Rivadavia, un prócer del mitrismo, digo que es parecida a la de la década de 1990 y que provoca desocupación, porque el producto extranjero importado debilita la industria argentina que no puede competir en precio y calidad, entonces cierra, y eso provoca desocupación. Pero también es cierto que ese producto importado está generalmente mejor hecho, porque proviene de una industria centenaria, y a veces es más barato del que se produce en el país. Entonces tenemos gente que es partidaria de la importación, porque considera que esos productos son mejores y no se encarecen. Son dos concepciones antagónicas: una libre importadora (la mitrista) y otra proteccionista, que producen distintas interpretaciones y luchas a través de toda la historia argentina.

La diferencia que tenemos con el revisionismo rosista es precisamente el federalismo. En sus últimos años, Rosas reconoce: “yo trabajé para los Anchorena, y ellos hicieron grandes negocios gracias a mí. Yo les administraba los campos. Y luego, hice desde el gobierno lo que ellos me decían”. Esto cambia mí visión de Rosas y explica por qué los caudillos federales de provincias pobres, como el Chacho y Felipe Varela estuvieron en contra de Rosas. Otra diferencia es que pensamos la historia argentina desde un punto de vista cada vez más latinoamericano.

El diario La Nación, La Prensa, y la revista Sur, llevaron a Borges al borde del suicidio.

Norberto Galasso está preparando un tercer libro sobre Jorge Luís Borges, que saldrá en la Feria del Libro. Los anteriores fueron: «Borges, ese desconocido», Ediciones Ayacucho (1995); y «La búsqueda de la identidad nacional en Jorge Luís Borges y Raúl Scalabrini Ortiz», Ediciones  Homo Sapiens (1998). Asombra en principio este interés particular de Galasso, que ha dedicado biografías a Mariano Moreno, San Martín, Felipe Varela, Manuel Ugarte, Scalabrini Ortiz, Perón, William Cooke, Jauretche, Manzi, Enrique Santos Discépolo, Atahualpa Yupanqui, Julián Centella… hombres de acción, pensadores y artistas muy comprometidos con lo popular y el cambio social.

P. VAS: Por qué eligió a Borges como tema, queremos saber.

N. Galasso: Porque valoro mucho al Borges joven. El Borges joven era una promesa extraordinaria.

P. VAS: ¿De joven era anarquista?

N. Galasso: Era yrigoyenista. En su casa de Quintana 222 funcionaba el comité yrigoyenista. Su poesía entonces era profundamente nacional, esto aparecerá después en las milongas. Y escribe «Fervor de Buenos Aires» en 1921. Claro que después, por esas cosas que pasan en la vida, el padre muere, se queda sin trabajo… Entonces el padre de Bioy Casares le consigue un trabajo en una biblioteca que está acá cerquita, en Carlos Calvo, La Miguel Cané. Hay una anécdota muy graciosa. Borges cuenta que cuando comenzó a trabajar en la biblioteca, se le acerca un muchacho y le pregunta: ¿vos de que cuadro sos? Y él le con-testa: «soy de Velázquez, de Goya.» «¡No!, ¿Qué decís?», dice el muchacho y aconseja: «Acá lo que está cerca es San Lorenzo, El Gasómetro, así que vos decís que sos de San Lorenzo». Y Borges cuenta: «a partir de entonces yo siempre dije que soy de San Lorenzo pero resulta que San Lorenzo siempre pierde».

El Borges joven era admirador de Carriego y Almafuerte, no de los poetas ingleses. Era amigo de Manzi, de Scalabrini  Ortiz, de Nicolás Olivari, de César Tiempo, de Macedonio Fernández, de Marechal, los hermanos González Tuñón, Jacobo Fijman, y se reunía con todos ellos en la vieja librería de Gleizer en el barrio de Villa Crespo. Gleizer, incluso, le editó dos libros: «Evaristo Carriego» y «El idioma de los argentinos». Borges rompe con todas esas relaciones cuando se hace amigo de Bioy Casares y Victoria Ocampo: cambia el marco de pertenencia. Y hace otro tipo de literatura: el cuento fantástico y el policial. Pero yo rescato al Borges joven que escribía: «a mí me gusta medir el tiempo, no en base  a relojes yanquis, sino en base al tiempo que duran los mates en un atardecer…» Borges luego prohíbe que se publiquen estos escritos. Pero después, como ocurre siempre, las viudas hacen los que quieren; y su viuda publicó todo.

Lo cierto es que el cambio de pertenencia y de literatura, y la presión de esa superestructura cultural, de La Nación, de La Prensa, de la academia, y de la revista Sur, le generó tal contradicción a Borges que lo llevó un día a comprarse un revólver, irse a Adrogué y estar dispuesto a suicidarse.

P. VAS: ¿Cómo se llamará el libro?

N. Galasso: «Borges en el laberinto de la semicolonia», lo editará Colíhue.(1)

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(1) El libro de Norberto Galasso, «Jorge Luis Borges. Un intelectual en el laberinto semicolonial», un ensayo crítico que aborda la dominación y la superestructura cultural, será presentado el domingo 29 de abril a las 21.30 en la  Feria Internacional del Libro 2012. Stand 2010. Sala Javier Villafañe, por  Calles 12 y 27. En la oportunidad el maestro Norberto Galasso firmará ejemplares, en tanto que Colihue prometió descuentos para ese día.

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