“Somos todos seres humanos, dejémonos de joder con las fronteras”

por Maia Kiszkiewicz

Joaquín Enríquez cree que la vida son momentos. Él, como toda persona, transita, captura y selecciona algunos para contar. Su modo: la música, que se combina con el arte visual de Maitén López Braun para profundizar el acto de comunicar. “Complementar la escucha con lo visual resulta una experiencia cinestésica”, afirma el artista.
Sinestesia: Imagen o sensación subjetiva, propia de un sentido, determinada por otra sensación que afecta a un sentido diferente. Y es que, sin duda, el arte que llega por la vista, el tacto, los oídos, afecta al cuerpo como totalidad. “Le doy mucho valor a lo que escribo. Si esa canción va a llegar a una persona, le va a tocar alguna fibra. Y, por eso, me preocupa lo que dice. Lo que hago es intentar generar imágenes con palabras. No me gustan las frases vacías. Después, habrá gente a la que le resuena más, otra menos”, explica Joaquín.
En cualquier caso, hacer una selección, un recorte, conlleva un acto subjetivo. El elegir. Y eso, siempre, es posicionarse sobre el contenido. “Las personas tienen postura política y las personas son las que hacen arte. No se puede desligar. Es importante saber que incluso no hablar de algo, omitir, es también una postura”.
Joaquín es guitarrista, cantante y compositor. “Souvenires” es el primer material de larga duración de su etapa solista. Previamente, fue parte de La Industria del No Pensar, grupo con el cual lanzó dos discos. “Aproximación”, su debut sin banda, salió en febrero de 2021. “No afirmo, pero tampoco puedo negar, que haya un nuevo disco en 2022 —dice Joaquín entre risas—. Hay unas cuantas canciones dando vueltas. Pero lo haré cuando tenga la energía para darles la bienvenida que merecen”. Cuando salgan, serán anunciadas en las redes sociales (Instagram y Facebook: @joacoasecas YouTube: Joaquín Enriquez).

¿Qué criterio define qué experiencia o recuerdo será canción?

Que haya un sentimiento. Esa es la vara. Tiene que mover alguna fibra. Para eso, trabajo mucho con Maitén López Braun, que hace toda la parte de foto y diseño. Cuando termino una canción, la charlamos, la ponemos contra la espada y la pared a ver qué se puede entender.
El disco anterior, “Aproximación”, le canta al amor, a la vida, a la amistad. En cambio en “Souvenires” decidí incluir una mirada social que, para mí que vengo del rock, es algo que siempre estuvo presente. Entonces, hay canciones como “Cuatro Paredes” en las que traté de recuperar esa crítica o ese enojo social que, en realidad, cuando era adolescente era parte de muchas de mis canciones.

“Cuatro Paredes”, un tema que describís como una reflexión cruda e irónica sobre la realidad en la que vivimos y los caminos que podemos tomar. Y que tiene una postura muy crítica sobre muchas cosas. Ecología, escarapelas, escuelas, empresas, Coca Cola, Wi Fi, Redes sociales. Todo junto.

Es el primer tema que hice de este disco. Lo escribí apenas empezó el rebrote de casos de COVID. Entonces, es una catarsis de todo lo que se vivió con la pandemia y de la frustración con el modelo de sociedad.
Y, sí, es un poco todo. No es una canción ecologista ni contra el modelo educativo en particular. Sino contra el sistema todo. Porque hay un montón de factores que nos llevaron a esto. Desde jugar a ser Dios con virus, hasta la cultura y el individualismo que desarrollamos y que no permiten que podamos seguir normas sencillas ni poner el bien colectivo por delante del individual.

Cosas que muchas veces se naturalizan y hay que revisar, volver a mirar, para detectar y problematizar. Igual que en la canción, que cuanto más se ve el video o más se escucha la letra, más detalles se encuentran.

Es una canción muy cargada y el videoclip también. Porque el trabajo de proyecciones desde lo visual tiene un montón de información que es imposible de procesar la primera vez. Tiene varias capas.

(…)Vendo acentos,
una bandera, tres escudos y un prócer
para que inventes tu propia épica
y arranques una pica con la mera existencia.

Mejor así.
No vaya a ser que de la escuela
salgas sin escarapela.

Rock del nacional
inmigrante en su lugar.
Reventar el mar
pero con alegría local.

¡Ay, que me espanto!
Y Monsanto con doble nacionalidad.

No quiero vivir acá,
no más.
Quiero cuatro paredes verdes
tierra y cielo para abrazar
¿qué más me das? (…)

El video, obra de Maitén López Braun. Ella hizo el arte de todo el disco. Ya había trabajado en “Aproximación”, pero con una técnica diferente. ¿Cómo fue la decisión artística de, esta vez, complementar con proyecciones?

En “Aproximación” fueron ilustraciones digitales en acuarelas. Eran cuatro dibujos, uno por canción, más la tapa, que era una combinación de los cuatro. Y en “Souvenires” fue pensar qué estaba pasando con la música.
Este disco, al igual que el anterior, está hecho con guitarra y voz. Pero incorpora sonidos electrónicos, genera su propio universo, es un ida y vuelta entre lo analógico y lo digital. Ese concepto lo propuso Karel Joshua Kees, ingeniero de sonido del disco, y Maitén lo volcó a lo visual. Entonces tomó lo analógico, el dibujo, lo proyectó y sacó fotos. Mezcló una persona en carne y hueso con dibujos hechos en acuarela. Por eso, el arte visual acompaña la evolución desde “Aproximación”.

En La Mía Voz hay una frase, “Veo América escrita al revés”, ¿cuál sería ese revés?, ¿cómo ves América o cómo ve América el personaje que habla en esa canción?

Es una letra sobre identidades. Yo nací en Francia, tengo nacionalidad belga por cuestiones burocráticas, pero viví siempre en Argentina. Entonces, el tema de las nacionalidades es un poco confuso. Y esa canción tiene un poco del mensaje de “Imagine”, de John Lennon, o de “Clandestino”, de Manu Chao. Somos todos seres humanos, dejémonos de joder con las fronteras. ¿Por qué América tiene que estar ocupando este lugar en el mundo?, ¿por qué los mapas muestran a América chica y Europa muy grande?. Y, como siempre, está la puja entre el norte y el sur que nos lleva a todo lo que está pasando y que nos llevó a muchas guerras, a la colonización, y a pérdidas culturales enormes.

(…)Del norte vengo, señor
o eso me contaron.
Tal vez lo asombre, señor
Dios es importado.
El sur me dio alma, señor
y su peso en oro.
Tal vez lo asuste, señor
que hoy denuncie un robo.

Ay, dan ganas de no pensar
quién sembró antes tu lugar.
Che, si me voy no vuelvo más
¿Dónde vas?
Nos queda andar sin romper.
Clandestina la sangre y la piel.
Recordar es trazar una propia verdad.

Y “Souvenires”, al igual que “Aproximación”, lo estás lanzando de forma independiente. Eso te lleva a hacer más que letras y música. ¿Cómo es todo el trabajo detrás de sacar un disco?

Es satisfactorio, muy difícil y tiene momentos lindos y gratificantes. En el arte independiente hay que ser de todo. Músico, manager, editor de video, de foto. Disfruto muchísimo el resultado y el aprendizaje, aunque es un desgaste enorme. Hay momentos en los que uno se pregunta para qué hacer tanto.
“Souvenires”, por ejemplo, se financió, en gran parte, con el aporte económico de la gente. Eso fue un empujón tremendo. Y cuando se presentó el disco hubo entradas agotadas, lo que resultó una alegría muy linda. Es decir, es agotador. Pero al final vale la pena.

En 2020 se habló mucho, a raíz de la imposibilidad de presentarse en escenarios, sobre la precarización que se vive desde hace años. ¿Notás que hubo algún cambio en cuanto a la consideración de quienes hacen música como trabajadores?

No. Pero, a la vez, y hablo sobre todo de Capital Federal por mi experiencia, hay un montón de circuitos diferentes. Vale la pena ir a buscarlos y romper con los espacios de siempre. Lugares en los que se respeta al músico, incluso muchos manejados por otros músicos.
Con la pandemia, hubo un montón de lugares batallando por existir. Y a varios uno le tiene cariño por los buenos recuerdos, entonces desea aportar para poder volver. Pero, también, hay lugares que son una empresa y que si cierran, mejor. Porque tratan mal, corren con los horarios, no dan para comer, cobran por tocar. Por ejemplo, si hay una fecha en la que ponen un grupo de cumbia, uno de heavy metal y uno de folklore, todos la terminan pasando mal. El público no funciona y la fecha solo es redituable para el lugar que les cobra a todos pero les da igual lo que está sonando. Ese tipo de actitudes hacen muchísimo daño. Por eso es importante tener en cuenta que hay espacios más interesantes. Y que si los elegimos, van a crecer.

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