Vivir en la calle

En lo que va del año, la población en situación de calle en la ciudad de Buenos Aires aumentó entre un 20 y un 40 por respecto del año pasado. «No nos gusta hablar de números porque una persona que vive en la calle ya es una injusticia. Pero para comprender la magnitud de lo que estamos viendo te describo lo siguiente: nosotros utilizábamos dos heladeras con las que le dábamos comida a 80 o 100 personas por noche. Hoy usamos tres, llegamos a dar 140 raciones de comida y no bajamos de las 120″, señala Carlos Drago de la organización Amigos en el Camino.
Cada miércoles por la noche, Carlos recorre los barrios de Caballito, Paternal, Flores, Agronomía y Chacarita. «Comenzamos en Parque Centenario y terminamos en los alrededores del cementerio. A veces llegamos sin comida a ‘Chaca’, pero vamos igual porque ya hay un vínculo con las personas, no sólo es asistencia material sino que intentamos acompañarlo desde otro lugar».

Por eso, Carlos y todo el grupo identifica que hay nuevas personas y que «no se trata de población que haya venido de otros barrios, son nuevas en la calle, uno se da cuenta por las costumbres, el vocabulario, la vestimenta, son personas que se quedaron sin laburo, les aumentó todo y no pudieron pagar más un alquiler o las desalojaron, y muchas son familias».

Un informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, publicado en abril este año,  indica que en el primer cuatrimestre de 2016 unas 315.000 personas cayeron en la indigencia en todo el país, y se sumaron 1.400.000 nuevos pobres. Buenos Aires no es ajena a esta realidad.
«El viernes conocimos a un matrimonio con una nena de seis años que iban a pasar su primer día en la calle. Los desalojaron porque no pagaron el alquiler por segundo mes. La mujer lloraba y me decía que se sentía una mala madre, como si fuera culpa de ella», relata Leandro Castro Vila, de la organización Caminantes de Buenos Aires, que trabaja en el barrio Congreso.
«A marzo observamos que había un incremento de casi un 30 por ciento en la cantidad de viandas que repartíamos. Hoy perdimos la cuenta porque sumamos un recorrido nuevo, pero estamos elaborando más de 150 viandas, cuando en noviembre hacíamos 100 y nos sobraban».
«Otra cosa que vemos que es nueva en casi diez años que hace que trabajamos en la calle es que la gente llega con hambre porque no comió nada en todo el día. Antes, pasaban por una panadería y algo les daban, pero ahora lo que nos cuentan es que los comercios están produciendo menos cantidad y entonces no tienen sobrantes», describe.
En el mismo sentido, Pablo Gualtieri, de la organización «Ni una persona más en la calle», asegura que «hemos notado que en el último tiempo hay más gente en situación de calle». Desde hace cuatro años, este colectivo recorre tres veces por semana Parque Patricios, Once, San Cristóbal, y Constitución, visitando unas diez o doce paradas por noche. «Hay otros grupos que trabajaban en otras zonas y también lo notan, por ejemplo, tienen que hacer más raciones de comida porque hay más gente en todas las zonas», añade Pablo.
«En Congreso hemos visto varias familias nuevas. Un relevamiento hecho por la organización ‘Haciendo Lío’ en mayo arrojó que sólo en la plaza, que son dos manzanas, viven 250 personas», indicó por su parte Claudia Enrich, del colectivo Ciudad Sin Techo.
En tanto, desde el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat porteño informaron un aumentod e un 50 por ciento en las llamadas a la línea 108 -número gratuito al que llaman personas en situación de calle o bien vecinos cuando ven a alguien en situación de vulnerabilidad-, «el año pasado se recibieron un promedio de 200 llamadas diarias y este año unas 300, siempre en el periodo comprendido entre junio y agosto».
Según el último censo realizado por la Ciudad de Buenos Aires en abril de este año, en las calles porteñas duermen cada noche aproximadamente unas 800 personas, estadística que se mantiene estable desde hace cinco años. Sin embargo, la ONG Médicos del Mundo asegura que las personas que «sobreviven» en las calles porteñas son más de 16.000, y las organizaciones toman este número en el que se incluye no sólo el que está literalmente en calle, sino a toda la población que reside en paradores, recibe subsidios habitacionales o se encuentran en riesgo de desalojo.

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