El dilema del reinicio de clases en la CABA

por Victoria Peralta

Una hora diaria, una semana a la tarde y la otra a la mañana; un hijo lunes y miércoles y el otro martes y jueves; el nuevo ciclo lectivo impulsado por la bimodalidad que dejó el cierre de escuelas por la pandemia de coronavirus, obliga a madres y padres a hacer «malabares» para cumplir con el cronograma de clases, las tareas laborales y de cuidado.

En la ciudad de Buenos Aires, el ciclo lectivo comenzó el pasado 17 de febrero, si bien desde el Ministerio de Educación porteño se impulsó un protocolo marco, quedó en manos de cada escuela la organización del cronograma de clases, de acuerdo a la estructura, matrícula, especialidad y cantidad de turnos.

«Todos los chicos, todos los días», fue el slogan que repitieron funcionarios del Gobierno de la Ciudad hasta el hartazgo para impulsar el regreso de los niños y niñas a las aulas, sin embargo, esa consigna dista mucho de la realidad ya que hay escuelas que aún no lograron adaptarse a los requerimientos sanitarios para cumplir los protocolos y otras debieron armar cronogramas escalonados.

A la escuela primaria número 3, Primera Junta, del barrio porteño de Caballito, concurren 900 alumnos, en dos turnos. «En un principio, como es un edificio grande de 800 metros cuadrados desde el Ministerio dijeron que podían asistir todos los chicos, pero con el protocolo en mano, era imposible», dijo a Télam Gabriela García Cedro, madre de una alumna de quinto grado de ese establecimiento.

En esa escuela se determinaron «nueve espacios pedagógicos, en bibliotecas, laboratorios, y lugares grandes: los estudiantes del primer ciclo (los primeros tres años de la primaria) asistirán lunes, miércoles y viernes y los de segundo, martes y jueves, esto durante el primer mes y el segundo mes rotan el cronograma, lo que se vuelve un caos para muchos», aseguró la madre y recordó que «hay familias que tienen hermanos, uno en cada ciclo».

«¿Cómo haces para llevar dos días a uno y los otros tres al otro? Tenés además que acompañar al que se queda en casa con las clases virtuales, prepararles la comida y encima trabajar, es imposible lograr un equilibrio», sentenció la mujer.

García Cedro es docente universitaria y ya le comunicaron «que el primer cuatrimestre las clases son virtuales, así que puedo trabajar desde casa, obvio con la nena dando vueltas, pero dentro de todo es un privilegio, hay gente que si lleva a los nenes al colegio en estos horarios cambiados no puede trabajar».

En el Mariano Acosta, emblemático colegio de Lenguas Vivas de Balvanera, las clases no comenzaron aún, las familias que mandan a sus hijos a ese establecimiento fueron notificadas el jueves 25 de un esquema que establecía la asistencia de los estudiantes dos días la primera semana, desde el 1 de marzo, y tres días la segunda.

Sin embargo, al día siguiente la dirección envío un mail en el que aseguraba que se volvería «a nuestra organización original para poder evaluar los dispositivos y generar nuevos espacios de presencialidad», un esquema original propone la asistencia presencial una semana al mes.

Asimismo, la comunicación afirma que los estudiantes de los «grupos A1, B1, C1 y D1» concurrirán la semana del 1 de marzo, mientras que los «grupos 2 iniciarán la semana del 8 de marzo».

Con cuatro años, Vicente comenzó el jardín de infantes en la Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas, en el barrio porteño de Recoleta, durante la primera semana de clases concurrió una hora diaria, por el proceso de adaptación que se suelen llevar a cabo en el nivel inicial.

El cronograma que inicia en marzo no dista mucho del de adaptación ya que tanto el niño como sus compañeritos «van a ir tres horas por día, pero semana por medio», explicó Samanta madre del nene y agregó: «la semana que no van ni siquiera tienen clases virtuales».

«Se complica mucho poder organizarse, no sólo por el tiempo que va a clase, sino por la semana que no asiste, por suerte pude arreglar para trabajar desde casa, pero trabajar con el nene dando vueltas también es difícil», agregó y remarcó que: «No se cuán positiva es una presencialidad así, sólo complica la organización familiar».

Las escuelas citadas funcionan en edificios antiguos, con aulas amplias, espacios al aire libre y con cooperadoras de madres y padres activos que participan y proponen tareas para el mantenimiento del inmueble, aún así, la consigna de todos los chicos, todos los días es imposible de realizar.

En la provincia de Buenos Aires las clases empiezan el próximo lunes y fueron también las escuelas las que diagramaron el esquema de presencialidad, algunas faltando apenas cuatro días para el ansiado comienzo, no habían comunicado a las familias cómo sería el mismo.

«Tengo que organizar los horarios en el trabajo, organizar con mi marido y todavía no sabemos cuántos días va a ir el nene al colegio ni cuántas horas, sólo nos informaron que empiezan el lunes y nos pidieron paciencia», señaló Giselle madre de un nene que arranca tercer grado en la escuela 68, de Avellaneda.

Sabrina, mamá de otra alumna de la misma escuela bonaerense, aseguró que junto al padre de la niña decidieron «no mandarla, porque la situación no cambió, no hay vacuna y vivimos con mis abuelos que son personas de riesgo».

Asimismo, consideró que la presencialidad parcial «complica las cosas, si están en contacto con más gente ya no se pueden quedar con los abuelos, si los llevás dos horas no podés ir a trabajar».

Fuente/Foto: Télam

 

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