El legado de Lohana Berkins

por María Alicia Alvado

La activista trans y fotógrafa Florencia Guimaraes consideró a su compañera y amiga Lohana Berkins, en un nuevo aniversario de su muerte, como una precursora del movimiento travesti trans que dejó como legado una ley de Identidad de Género que «le cambió la vida a miles de personas», pero también «muchas postas para seguir luchando», como la reparación histórica para mayores de 40 años.

«Es muy fuerte que se haya ido en época de carnaval, que es muy significativo para nosotras porque siempre fue un lugar de resistencia, el único lugar público donde podíamos mostrarnos, divertirnos y salir sabiendo que volveríamos a casa, que esa noche no éramos ni detenidas, ni violadas ni violentadas por la policía», compartió Guimaraes, en vísperas del sexto aniversario de la muerte de la «comandanta mariposa», como se conoce a Berkins, quien murió el 5 de febrero de 2016 en Buenos Aires.

La activista recordó que este año se cumplen 10 de la sanción de la ley 26.743 de Identidad de Género, que «cambió rotundamente la realidad a las personas travesti trans porque a partir de tener un DNI que sí nos identifica, hemos vuelto a la escuela, al sistema de salud y tantas otras instituciones que nos rechazaban».

La Berkins, reconocida como la «traviarca», nació el 15 de junio de 1965 en la localidad salteña de Salvador Mazza.

«Yo cuando era pequeña pensaba que había habido un error, que tendría que haber nacido mujer y que en algún momento se iba a corregir. Después de haber conocido el feminismo, me di cuenta que yo tampoco era mujer y que mi manera de ser y construirme en el mundo era ser travesti», dijo Lohana en una entrevista con la TV Pública.

Ella contaba que esta disidencia interna con la identidad asignada al nacer no desataría conflictos hasta sus 13 años.

En ese momento en que se hizo evidente que Lohana no respondía a las expectativas del entorno, su padre la llamó aparte y le dio un ultimátum: «O te hacés bien hombre o te vas».

«Nunca me explicó qué quería decir ‘ser bien hombre’ y ‘te vas’. Yo decidí irme con la certeza de que me iban a ir a buscar, pero sigo esperando. Ahora, visto a la distancia, para mí fue una cuestión liberadora y no me arrepiento», decía Lohana.

Empujada a la prostitución como única alternativa de sobrevivencia, Lohana se mudó a la Ciudad de Buenos Aires a fines de los ’80.

Como parte de su activismo contra la violencia policial y los edictos que criminalizaban tanto la prostitución como la identidad travesti, Lohana fue cofundadora en 1994 de la Asociación Mujeres Meretrices de Argentina (AMAR) que abandona para integrar la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA).

Y en 1998 forma su propia organización, la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti Transexual (ALITT) que presidió hasta su muerte.

Guimaraes señaló que Lohana fue pionera «abriendo puertas» que parecían selladas para la comunidad travesti trans «y por eso es la referente enorme que fue, es y será».

Así, «la Berkins» fue la primera persona trans en conseguir un empleo estatal (2000) y en postularse como candidata a diputada nacional (2001), pero también fundó la primera escuela/cooperativa de trabajo para personas travesti/trans de Latinoamérica: la textil ‘Nadia Echazú’, que sigue funcionando.

«Nos hizo ver que podíamos acceder a otras formas de organización para el trabajo desde su postura abolicionista», dijo Guimares, quien coordina el espacio Furia Trava.

Entre las exitosas batallas que dio por la ampliación de derechos, se cuentan la también personería jurídica para ALITT (2003-2007), la inscripción con su nombre elegido en el magisterio (2002), la derogación de los edictos policiales primero y del artículo 71 del Código de Convivencia Urbana después (1998-2004).

Estas luchas incluían acciones de visibilización muy creativas, como cuando en marzo de 1999 leyó un pedido de asilo político para 65 personas travesti trans frente a la Embajada de Gran Bretaña en Argentina durante la visita de el príncipe Carlos, para reclamar protección ante la vulneración de derechos que implicaba el reformado Código Contravencional para esta comunidad.

De su personalidad, Guimaraes resaltó su claro sentido de «lo colectivo, su generosidad» y su permanente lucha por la defensa de los derechos humanos que trascendía a los más típicamente vulnerados al interior de la comunidad travesti trans

«No se quedó en decir ‘bueno, yo llegué a este lugar, logré acceder a un trabajo, tener otra posición económica holgada, ya está’, sino que siguió luchando para que todos puedan tener los mismos derechos que ella conquistó», valoró.

Prueba de que Berkins «ha sido una defensora y luchadora por los derechos humanos en términos generales», son los «grandes aportes realizados como integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito» y para que el Encuentro Nacional de Mujeres avance hacia lo plurinacional, además de incluir a las mujeres trans, travestis y personas no binarias.

Conmovida en lo más profundo por el asesinato en 2015 de su compañera de activismo y amiga Diana Sacayán, una de las batallas que alimentaron su espíritu inquieto en sus último año fue la instalación de la categoría de «travesticidio» como crimen de odio hacia la identidad de género travesti trans y por el cupo trans que esa compañera había impulsado hasta su último día de vida.

«La lucha fue tan enorme que hoy podemos hablar de infancias trans, un tema del que no se hablaba y ni siquiera dentro del colectivo travesti trans podíamos tomar conciencia de que si quizás hubiéramos crecido en un ambiente diferente, cada una de nosotras habría sido una niña trans», resumió Guimaraes.

También «podemos tener hoy un cupo nacional trans» que se animaron a pensar por primera vez Lohana y Diana, cuando ya estaba cerca de ser una realidad en la provincia de Buenos Aires.

«No lo pudieron ver pero hicieron muchísimo para que suceda y son un gran faro en el camino a la emancipación, contra la opresión y la discriminación», resaltó.

Guimaraes tenía solo 14 años cuando la conoció a Berkins en casa de su vecina, también trans.

«Su recuerdo interpela fuertemente a los activismos, sobre todo en relación a una lucha que había encarado y quedó trunca que es la reparación histórica hacia las travestis trans adultas mayores que como ella fuimos encarceladas, perseguidas y criminalizadas por los códigos contravenciones, simplemente por nuestra identidad de género», recordó.

Para Guimaraes, la tarea por delante es «conquistar la ley de reparación, no solo en términos económicos sino simbólicos», es decir, que «el Estado pida disculpas y sea haga cargo de toda la violencia que ejerció hacia nosotras».

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *