Dos cuadras de la calle Lavalle

por Gabriel Luna

Parte VIII

El más grande y el último de los cines de la calle Lavalle fue el Atlas, lo construyó Alberto Prebisch -el arquitecto del Obelisco y del cine Gran Rex- tras demoler el cine Metropol en el año 1966. El Atlas tiene estilo racionalista, mucho vidrio, economía de líneas, y una pantalla curva de 23 metros de ancho. Está ubicado al lado del cine Normandie y enfrente de la pizzería Roma. La Roma, por entonces se ha expandido, ha anexado un local lindero donde funcionaba una lechería de la Vascongada. Todo el rubro de la gastronomía rápida se está expandiendo alrededor de los cines, tomando el espacio de las viviendas y de otros comercios.

En el año 1968 Lavalle es una de las calles más transitadas del mundo. En las inmediaciones de las esquinas de Lavalle-Suipacha y Lavalle-Esmeralda hay 20 cines que trabajan los fines de semana prácticamente a sala llena. Esto ocurre alrededor de dos cuadras y en una calle de medidas coloniales. Y como cada cine tiene 1300 localidades en promedio, al producirse un cambio de sección, los que salen y los que esperan entrar suman alrededor de 52.000 personas. Da 26.000 personas moviéndose por cuadra. Y debe agregarse a esto, el público habitual de la calle que concurre a los hoteles, tiendas, confiterías, bares, restaurantes, pizzerías…El resultado es como una marea humana donde los que van juntos se toman de las manos para no perderse.
La última expansión de la pizzería Roma para aprovechar tanta concurrencia sucede en 1969. Se anexa a los fondos de la pizzería un local con salida a la calle Suipacha. La historia de ese local refleja los usos y costumbres de la calle Lavalle. Era el predio donde estuvo el viejo caserón de Francisco García, que tenía 45 habitaciones y que después, en 1902, se convirtió en conventillo por la gran inmigración, luego en prostíbulo por la falta de mujeres, luego en cuna de tangos, local bailable. La Roma tiene entonces salida y entrada por dos calles, formaba una L alrededor del edificio de cinco plantas, estilo francés, rematado en cúpula y templete, ubicado en la esquina SE de Lavalle y Suipacha, el solar donde había nacido Bartolomé Mitre. Parece una contención plebeya de mozzarella y moscato a la memoria del viejo líder unitario.

Son tiempos de vértigo, de gente amontonándose en la calle, apurada, que usa muebles funcionales y habita en edificios racionales. Eran Tiempos Modernos, como los anunciados por aquella película de Carlitos Chaplin. Y en esos tiempos, tras la propuesta cultural de teatros, cines y librerías, la clase media -harta de las disciplinas capitalistas de consumo y represión- da un giro a la izquierda. El país atraviesa entonces por un período de dictaduras militares, que intentan frenar los reclamos sociales cada vez más intensos.
En 1970, durante el gobierno del dictador Onganía se demuele la casa Rocha para construir un shopping. Ubicada en Lavalle 835, la suntuosa mansión de Dardo Rocha, de estilo neoclásico y renacentista, era el último eslabón tangible de la calle de los cines con su pasado político señorial y también con su pasado guerrero de unitarios y federales.

Cae Onganía por el Cordobazo, una intensa protesta obrero estudiantil que ocurre en Córdoba. La protesta se extiende. Y en 1972, la dictadura del general Lanusse ya no soporta la presión de la clase media, volcada a la lucha por la revolución social, y convoca a elecciones levantando la proscripción al peronismo. Lanusse no es un demócrata, sólo quiere neutralizar a la clase media volcada a la izquierda con el peronismo. Perón promete la patria socialista y presenta a su candidato: el doctor Héctor José Cámpora.
El 24 de mayo de 1973, el presidente electo Cámpora asiste al estreno de la película “Juan Moreira” en el cine Atlas de Lavalle 869, a metros de donde estaba la casa Rocha, y casi enfrente de La Roma. Una curiosidad. Cuando Cámpora sale de ver “Juan Moreira”, custodiado por la militancia de la JP (porque todavía no es presidente en ejercicio sino que asumirá al día siguiente), se detiene a encender un cigarrillo. La custodia lo rodea, porta armas largas y brazaletes rojos. Y están exactamente en el mismo lugar donde otro grupo hace 133 años, también armado y con insignias rojas, dirigido por Cirilo José Moreira -el padre de Juan Moreira-, se detuvo para manifestar. El 4 de mayo de 1840, un grupo de jinetes federales y mazorqueros manifestó frente a la casa de Mariano Biaus. Biaus era un poderoso estanciero que había luchado junto a Lavalle en el golpe unitario de 1828, estaba conspirando contra Rosas, y La Mazorca fue a amenazarlo públicamente. Cámpora fuma, camina entre la gente con su custodia hacia el Oeste -comerá en el restaurante La Estancia en Lavalle 941- y pasa, al llegar a Suipacha, por el solar donde había nacido Mitre, unitario y fundador del Partido Nacional en el cual militó el propio Juan Moreira, pese a que su padre había sido federal.
“Juan Moreira” dirigida por Leonardo Favio, cuenta la historia del gaucho perseguido por un sistema social injusto. La identificación de esto con las dictaduras militares de principios de los 70 y con los reclamos sociales de la época hizo que tuviera dos millones de espectadores. Hubo después, otras películas emancipadoras con el mismo éxito: “La Patagonia Rebelde”, basada en un libro de Osvaldo Bayer, “La Tregua”, basada en un libro de Mario Benedetti, “Quebracho”, dirigida por Ricardo Wullicher, “La Raulito”, dirigida por Lautaro Murúa y protagonizada por Marilina Ross, “Crónica de una señora”, “Heroína”, y “La Revolución”, dirigidas por Raúl De la Torre y protagonizadas por Graciela Borges. Y hubo también grandes películas extranjeras como: “El Padrino” de Francis Ford Coppola, “Amarcord” de Federico Fellini, “Gritos y Susurros”, “Escenas de la Vida Conyugal”, y “Cara a Cara”, de Ingmar Bergman y protagonizadas por Liv Ullmann, «Nos Habíamos Amado Tanto» de Ettore Scola… Este período de cine artístico, reflexivo, de temas sociales y existenciales, que proponía un crecimiento cultural a la gente, tuvo una enorme respuesta en el público de la calle Lavalle.

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Ver la historia de la casa Rocha, la casa Durand y otras similares en “Dos cuadras de la calle Lavalle”, Parte II y Parte III.

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