Los Monumentos, el Progreso y la Historia

por Mariane Pécora

Hace dos semanas el suplemento de arquitectura del diario Clarín lo anunciaba como un hecho: “Se acabó la polémica sobre el monumento a Colón o la estatua de Juana Azurduy”, escribía Miguel Jurado en su columna. Por entonces el proyecto de traslado de monumentos aterrizaba en la Comisión Especial de Patrimonio Arquitectónico de la Legislatura, donde tuvo tratamiento exprés. Este jueves fue aprobado en primera lectura por el Parlamento porteño, con 35 votos a favor, 17 en contra y seis abstenciones. Para su sanción definitiva, resta la celebración de una segunda Audiencia Pública y una nueva votación en el recinto.

Esta vez la polémica no estuvo centrada en la localización de los monumentos, sino en la profunda trasformación que urbanística que sufrirá el Casco Histórico de la Ciudad una vez que se ponga en marcha el denominado Parque del Bajo.

La iniciativa del Ejecutivo porteño que se presentó ante la Legislatura como un pedido de autorización para trasladar los monumentos de Juana  Azurduy y  Juan de Garay, trae aparejada una profunda metamorfosis sobre Área de Patrimonio Histórico y el Casco Histórico de la Ciudad. Forma parte de un megaproyecto de transformación urbanística a gran escala, que intenta anudar el futuro Paseo del Bajo en el punto donde convergen la autopista Buenos Aires-La Plata y la autopista Illia, es decir en el centro de la Ciudad.


El Progreso sobre la Historia

Un espejo de agua, el helipuerto presidencial y un estacionamiento de hasta dos subsuelos de profundidad reemplazarán el emplazamiento de los monumentos.
Más que recordar a los porteños que ese lugar alguna vez fue parte del Río de la Plata, como dicen quienes justifican la iniciativa, el espejo de agua que rodeará el Paseo Colón, tendrá como función hacer de soporte al helipuerto presidencial. Se construirá sobre el flanco derecho de la Casa Rosada, más cercano a la sede gubernamental, a la altura de la intersección de las avenidas Leandro Alem y Rivadavia.  Tal es la envergadura del nuevo helipuerto, que las condiciones de seguridad  deberán ser determinadas por la Administración Nacional de Aviación Civil.
Sobre el terreno que ahora ocupa el Parque Colón se edificarán también hasta dos subsuelos de estacionamiento para automotores.
Todas y cada una de estas estructuras se erigirá sobre los restos del Fuerte de Buenos Aires, los Almacenes de la Real Hacienda y el edificio de la Aduana Nueva o Aduana Taylor.

Las antiguas galerías de la Aduana,  los calabozos viejo del Fuerte y las bóvedas subterráneas de los Almacenes de la Real Hacienda, integran un patrimonio arqueológico de relevancia. El proyecto no garantiza en ninguna instancia proceso alguno de recuperación, restauración  o preservación de estos bienes patrimoniales, por el contrario instala sobre ellos un espejo de agua y un helipuerto con capacidad para hasta tres helicópteros. De manera que las estructuras que conforman el origen de la Ciudad, deberá soportar una serie de filtraciones, vibraciones y sobrepesos que, a criterio de estudiosos en materia de patrimonio, precipitará su aniquilamiento.
Pese a esto, la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos, la Comisión de Evaluación de Obras de Arte en el Espacio Público y distintas reparticiones del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires han dado el visto bueno al proyecto de marras.

La historia del Progreso

A la hora de justificar el proyecto, el Ejecutivo porteño se ampara en el Plan Estratégico y el Plan Urbano Ambiental. A partir de la hipótesis de la ciudad deseada y la estrategia de incrementar el espacio público y las áreas verdes, circulan kilómetros de asfalto. Como los que quedarán sobre la superficie cuando se construya la autopista semi enterrada denominada Paseo del Bajo. “La obra paisajística, Parque Lineal Paseo del Bajo y su entorno, el Parque del Bajo, asociada al proyecto vial, aportará a la Ciudad nuevas áreas verdes públicas de libre acceso para el esparcimiento y disfrute de sus habitantes”, señala el proyecto aprobado por la Legislatura porteña.

El futuro Parque del Bajo estará comprendido entre las avenidas Belgrano y Corrientes, y abarcará: la Plaza Presidente Juan Domingo Perón que antecede el edificio de la Aduana de Buenos Aires, los jardines de la Plaza de las Armas del Ejército Argentino, el Parque Colón, la Plazoleta 11 de Junio de 1580, la Plazoleta José Razzano, la Plaza Nuestra Señora de las Nieves -hoy helipuerto Presidencial y estacionamiento-, la Plazoleta Hipólito Bouchard, la Plaza del Correo, la Plazoleta Dr. Carlos Alberto Erro y la Plazoleta del Tango. Un inmensa superficie sobre la que, en diciembre del año pasado,  hicieron pie la Corporación Antiguo Puerto Madero junto a la Sociedad Central de Arquitectos (SCA),  para celebrar el «Concurso Nacional de Ideas y Propuesta Urbanística Parque Lineal-Paseo del Bajo y su entorno». Por cierto, toda una irregularidad habida cuenta que este tipo de concursos deben hacerse una vez aprobada la iniciativa y no al revés: adecuar la iniciativa al resultado del concurso.

Y, por cierto,  el proyecto que ganó este Concurso Nacional dio letra a la iniciativa del Ejecutivo de mover el monumento de Juana Azurduy.  La propuesta inicial de los arquitectos Sergio Cavalli, Alejandro Becker, Agustín Olivieri y Joan Marantz, era colocar el monumento de Juana Azurduy  al norte de la Casa Rosada y el de  Colón al sur de la sede gubernamental. «La idea es que ambos monumentos, que representan la pluralidad de la sociedad argentina, se constituyan en símbolos de la unidad nacional», señalaban en el proyecto ganador.
¿Qué pasó en el medio? No lo sabemos. Lo cierto es que monumento a Juana Arzurduy será trasladado a la Plazoleta del Correo, frente al Centro Cultural Kirchner. El de Juan de Garay se mudará al costado derecho de la Casa Rosada. Y -al contrario de los que muchos esperaban-, el monumento a Colón permanecerá emplazado en una plaza frente a Aeroparque. El Gobierno porteño considera que es muy oneroso su traslado.

 

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