Crónicas VAStardas

El frío encanto del futuro por Gustavo Zanella No importa cuándo se escriba ni cuándo se lea: aparece el frío y a la muchachada se le congelan las bolas. El viernes por la noche. El bondi vino cuando quiso porque su mala leche es independiente de que gobierne Perón, Carlos Alberto Lacoste o Federico Pinedo. La gente se amucha en la fila con tal de pegar algo de calor humano. Cuando estaciona junto al cordón un colectivo de otra línea, un loco partido de frío directamente acerca la jeta al (Leer más…)

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Locus deformis por Gustavo Zanella Pocas áreas de la matemática pueden rivalizar en complejidad con la topología. Básicamente, en ella se estudian las propiedades de cuerpos geométricos que a pesar de sus cambios y transformaciones se mantienen más o menos iguales, como la cinta de Moebius o las figuras de Mandelbrot, por ejemplo. Sería todo muy ñoñazo si no fuera porque es perfectamente aplicable a barrios como Constitución, Retiro, Once, Liniers, Puente La Noria o Pompeya. Sea cual fuere el cambio al que sean sometidos esos barrios y sus puntos (Leer más…)

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Tornillo autorroscante por Gustavo Zanella Llego a la esquina y lo veo irse. Tengo 40 minutos de espera largos por delante. El refugio está vacío. Al rato llega una flaca con un bebé recién nacido en brazos y un nene que no llega a los tres años que se sienta en uno de los banquitos. Le dejo el otro a la flaca que con un hilo de voz me contesta un gracias pijotero. A los 5 minutos cae un viejo cualquiera, medio zaparrastroso, pasado de sol, de hambre, de tuberculosis (Leer más…)

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Amor en tiempos libertarios por Gustavo Zanella Sería una guachada decir que en otros tiempos se vendían orquídeas transilvanas o amapolas de Ceilán. Siempre fueron rosas y claveles, y el estatus del regalo digamos que lo daba más la cantidad que su rareza, pero los tiempos cambian. El merchandising amatorio también, en especial si no hay un mango. Recuerdan lxs de buena memoria que antaño, para el día de los enamorados, se acababan los turnos en los telos y las flores triplicaban su precio, porque -como bien sabemos los fuleros- (Leer más…)