El tango ya no es macho

por Maia Kiszkiewicz Tango Hembra es un posicionamiento. Un grotesco a la frase que dice que el tango es macho. Un grito que proclama que es posible crear desde la diversidad. Porque Tango Hembra se compone de personas con vivencias e historias diferentes. Todas en camino de deconstrucción. Y, para eso, resulta elemental agruparse, compartir, conversar y hacer. “Cada persona es un mundo y a todas las esperamos para acompañarlas amorosamente. Porque el feminismo siempre construye desde lo amoroso”, dice, en comunicación con Periódico VAS, Marisa Vázquez, cantante, compositora, abogada (Leer más…)

Vuelven a girar las aspas de la Confitería del Molino

por María Alicia Alvarado Tras dos años de restauración del mítico edificio Del Molino, su torre y cúpula lucen como en su etapa inaugural y como no lo vieron ni siquiera los más añosos habitués: con sus ocho vitrales, sus esculturas de leones alados, su remate aguja y sus aspas devueltos a nuevo, un conjunto que muestra su mejor versión por las noches, cuando el vidrio se ilumina y las paletas coloreadas por una luz roja comienzan a girar. Además, ya se quitaron los 1.800 metros cuadrados de andamios que (Leer más…)

María Elena Walsh, el feminismo hecho poesía

por Julieta Grosso. Por los múltiples e innovadores pliegues de una obra que se reveló anticipatoria de un repertorio feminista, dejó una huella en el cancionero popular post-dictadura y apostó desde la literatura a infancias más lúdicas y reflexivas, a diez años de su muerte la figura de la escritora María Elena Walsh sigue enraizada en el imaginario colectivo y persistirá a lo largo de 2021 a través de charlas, podcats y nuevas ediciones de sus textos. Fue poeta, folclorista, intelectual, feminista, cantante, narradora, guionista, dramaturga y también ideóloga de (Leer más…)

Zoom Histórico: Confitería del Molino

por Gabriel Luna. Parte I En 1840 desapareció el último mercado indio de la Ciudad, ubicado en la actual Plaza Lorea; quedaron sólo dos inmuebles. La barraca de Cajias y la barraca de Villariño, un enorme depósito de cueros, lana y costales de trigo, que alcanzaba hasta la calle San José. El gobernador federal Juan Manuel de Rosas mandó instalar en la barraca Cajias, donde antes los indígenas guardaban sus caballos, las caballerizas del “Escuadrón de Vigilantes de Policía a Caballo”, más conocido como los mazorqueros. La Ciudad crecía, aparecieron (Leer más…)