El Último de los Libreros

por Gabriel Luna Alto, flaco, de frente amplia, lentes y ojos grandes que parecían llegar a todas partes, la figura de Pedro resplandecía como un faro entre las estanterías y las mesas con pilas interminables de libros. Y era realmente un faro para nosotros, los navegantes noveles abrumados por tanto texto desconocido, los que queríamos llegar a buen puerto con una monografía, aguzar el pensamiento, amarrar un tema, o embarcarnos en esa novela que nos reflejaría como nunca nos vimos y cambiaría nuestras vidas.