José Martí y la educación en el siglo XXI

La doctora Ana Sánchez Collazo, directora del “Centro de Estudios Martianos” del Consejo de Estado de la República de Cuba disertará  hoy viernes 1 de junio  a las 18, sobre  «José Martí y la educación en el siglo XXI»,  en el Salón Presidente Perón del Palacio Legislativo, con entrada libre y gratuita. Sánchez Collazo, de nacionalidad cubana, es doctora en historia  especializada en la figura de Martí, escritor precursor del modernismo y héroe de la independencia cubana. Al acto organizado por los Diputados Julio Raffo, Rafael Gentili, Jorge Selser, Pablo Bergel, Virginia González Gass y Adrián Camps (PSur), asistirá el señor embajador de la República de Cuba, don Jorge Lamadrid Mascaró. La conferencia magistral será con entrada libre y gratuita, accediéndose por la peatonal Perú 160.

Vida y obra de José Martí

 José Martí nació en La Habana en el año 1853 y murió en Dos Ríos -Cuba- en 1895. Político y escritor. Nacido en el seno de una familia española con pocos recursos económicos, a la edad de doce años empezó a estudiar en el colegio municipal que dirigía el poeta Rafael María de Mendive, quien se fijó en las cualidades intelectuales del muchacho y decidió dedicarse personalmente a su educación.

El joven pronto se sintió atraído por las ideas revolucionarias de muchos cubanos, y tras el inicio de la guerra de los Diez Años y el encarcelamiento de su mentor, inició su actividad revolucionaria: publicó una gacetilla El Diablo Cojuelo, y poco después una revista, La Patria Libre, que contenía su poema «Abdalá».

A los diecisiete años fue condenado a seis de cárcel por su pertenencia a grupos independentistas. Realizó trabajos forzados en el penal hasta que su mal estado de salud le valió el indulto. Deportado a España, en este país publicó su primera obra de importancia, el drama «Adúltera». Inició en Madrid estudios de derecho y se licenció en derecho y filosofía y letras por la Universidad de Zaragoza.

Durante sus años en España surgió en él un profundo afecto por el país, aunque nunca perdonó su política colonial. En su obra La República Española ante la Revolución Cubana reclamaba a la metrópoli que hiciera un acto de contrición y reconociese los errores cometidos en Cuba. Tras viajar durante tres años por Europa y América, José Martí acabó por instalarse en México.

Allí se casó con la cubana Carmen Sayes Bazán y, poco después, gracias a la paz de Zanjón, que daba por concluida la guerra de los Diez Años, se trasladó a Cuba. Deportado de nuevo por las autoridades cubanas, temerosas ante su pasado revolucionario, se afincó en Nueva York y se dedicó por completo a la actividad política y literaria.

Desde su residencia en el exilio, se abocó a la organización de un nuevo proceso revolucionario en Cuba, y en 1892 fundó el Partido Revolucionario Cubano y la revista Patria. Se convirtió entonces en el máximo adalid de la lucha por la independencia de su país. Dos años más tarde, tras entrevistarse con el generalísimo Máximo Gómez, logró poner en marcha un proceso de independencia. Pese al embargo de sus barcos por parte de las autoridades estadounidenses, pudo partir al frente de un pequeño contingente hacia Cuba. Fue abatido por las tropas realistas cuando contaba cuarenta y dos años. Martí es, junto a Bolívar y San Martín, uno de los principales protagonistas del proceso de emancipación de Hispanoamérica.

Relevante obra literaria

Además de destacado ideólogo y político, fue uno de los más grandes poetas hispanoamericanos y la figura más destacada de la etapa de transición al modernismo, que en América supuso la llegada de nuevos ideales artísticos.

Como poeta se le conoce por «Ismaelillo» (1882), obra que puede considerarse un adelanto de los presupuestos modernistas por el dominio de la forma sobre el contenido; «Versos libres» (1878-1882), «La edad de oro» (1889) y «Versos sencillos» (1891), esta última decididamente modernista y en la que predominan los apuntes autobiográficos y el carácter popular.

 Crítico de la colonización española en América, denunció la sustitución de valores que toda potencia imperial realiza, con plasticidad asombrosa al escribir: «Eramos una visión, con el pecho de atleta, las manos de petimetre y la frente de niño. Eramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de Norte América y la montera de España.»

Una de sus preocupaciones máximas fue la integración de todos los cubanos bajo una única bandera de amor y respeto al hombre, que, a su juicio, debía ser la norma suprema de la futura república: «Yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre. En la mejilla ha de sentir todo hombre verdadero el golpe que reciba cualquier mejilla de hombre.»

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