Nada nuevo bajo el sol

Milei y una gestión que repite recetas que ya fracasaron. Una mirada sobre las medidas del Gobierno en el sistema de medios y en el sector de las comunicaciones.

por Federico Cogguza

 

«Bajo este sol tremendo” (2009) es el título de la ópera prima de Carlos Busqued. Una novela oscura y cruel que le valió un reconocimiento unánime, y que narra la historia de un hombre que debe viajar a un pueblo inhóspito del noreste argentino para hacerse cargo de los cadáveres de su madre y su hermano después de ser asesinados por el hombre con el que convivían y que posteriormente se suicida. Busqued, que también escribió Magnetizado (2018), una crónica novelada, producto de 90 horas de conversación con Ricardo Melogno, un joven taciturno que, en el lapso de dos semanas, en la década del ochenta y en plena Dictadura, asesinó a cuatro taxistas sin causa aparente, murió en 2021 de un infarto. Sin embargo, durante la última campaña electoral y con los resultados ya consumados, sus tuits, algunos de casi una década atrás, irrumpieron en las redes sociales como una especie de oráculo del futuro. En ellos, el autor chaqueño, con lucidez y sarcasmo narra lo que nos toca vivir.
Ahora bien, si Busqued nos cuenta desde el pasado el presente, es porque nada nuevo hay bajo el sol. Poco más de dos meses han pasado desde la asunción de Milei y, aunque de manera generalizada, es posible afirmar que la gestión del Gobierno nacional es un cúmulo, por qué no un rejunte, de medidas conservadoras, que repiten recetas ya conocidas cuyo fracaso es el único destino posible. Fórmulas bien probadas que terminan por perjudicar a quienes más necesitan y que benefician a los mismos de siempre: devaluación y ajuste. Siempre acompañadas de represión como la que tuvo lugar mientras en el Congreso se trataba la Ley de Bases o Ley Ómnibus, hasta el momento caída.
En esa línea, de repetir o profundizar recetas ya conocidas, se inscriben también las medidas tomadas por el Gobierno en lo que respecta al sistema de medios y en el sector de las comunicaciones, cuyo antecedente más inmediato es el gobierno de Macri, y yendo más atrás el gobierno de Menem.
Se trata de: una mirada pro mercado donde la libre competencia, que brilla por su ausencia, posibilita ya no el monopolio sino el oligopolio, es decir que una empresa imponga las condiciones y que los clientes las cumplan; el corrimiento de los límites a la concentración; la intervención de medios estatales con la mira puesta en la privatización; la apertura a inversiones extranjeras que pueden quedarse con operaciones muy importantes en nuestro país, por ejemplo, Arsat; la disolución de organismos que velan por los derechos de las audiencias, como es el caso de la Defensoría del Público; y de recortes presupuestarios y desfinanciamientos para ajustar el gasto público.
Quizás, lo único novedoso en todo esto sea la retórica por demás agresiva del Presidente, respecto a funcionarios, periodistas, referentes sociales y artistas, sin un ápice de repudio de muchos sectores. Algo que sólo es posible en tierra arrasada.

Redoblar la apuesta
“Las medidas del Gobierno referidas al sistema de medios las calificaría como regresivas”, le dijo a Periódico VAS, Martín Becerra, Profesor e investigador del Conicet, y añadió: “eliminó el límite a la concentración de la propiedad de medios audiovisuales que se había dispuesto por ley. Ya Macri en su gobierno había aumentado generosamente el límite, pero Milei lo eliminó a través del Decreto de necesidad y urgencia (DNU) 70/23. Y estableció, al mismo tiempo, una retórica muy agresiva, violenta contra periodistas, referentes sociales, y por supuesto, también ahora, contra el mundo artístico, principalmente contra mujeres. Además, blindó su gobierno a través del Protocolo de orden público de la ministra Bullrich, que claramente limita considerablemente, el derecho a la protesta que es parte inherente al derecho a la libertad de expresión.
O sea, son todas medidas que van en contra de la consolidación y garantía del ejercicio de derechos humanos en algunos casos, como la expresión y derechos ciudadanos en otros. Ha intervenido la autoridad de aplicación, el ENaCom, a pesar de que el diseño institucional del mismo ya le garantiza al Poder ejecutivo tener mayoría automática, pero no obstante eso Milei lo intervino. También intervino a los medios de gestión estatal, que varias veces él y su gente han planteado que deben privatizarse, algo que no es nuevo ya que en la historia de los últimos gobiernos ha habido iniciativas como el vaciamiento de Télam, las señales Pakapaka y Encuentro, como el intento de privatización de Canal 7, entonces ATC, que había hecho Menem. Esto tiene antecedentes, pero Milei redobla la apuesta”.
Son muchos los frentes abiertos, y muchas también las medidas que afectan la salud del sistema de medios y el ecosistema infocomunicacional de nuestro país, pero siguiendo la línea de redoblar la apuesta planteada por Becerra, el DNU establece un nuevo marco de negocios para las empresas de telecomunicaciones.
Algo así como la regulación de lo regulado: una re-regulación. Miles de empresas, cooperativas de Internet, telefonía fija y también móvil, como así también la televisión de pago, que están en manos de grupos nacionales, ahora pueden conformarse con grupos extranjeros, que antes estaban inhabilitados.

Gobernar por X (antes Twitter)
“Gobernar no es tuitear” es una de las frases que más se ha escuchado en este último tiempo. Esto tampoco es novedoso ya que Trump y Bolsonaro, por ejemplo, han usado la red social para propalar ideas y operaciones de prensa.
Al respecto, Martín Becerra le dijo a Periódico VAS: “Efectivamente, el Presidente usa su cuenta para crear un clima de violencia, de odio, de intolerancia contra toda persona que esboce una crítica; y lo hace con la obvia asimetría del poder de la investidura presidencial contra las ciudadanas y ciudadanos de a pie”, y añadió: “Se da una paradoja -y es muy importante en términos conceptuales- porque se trata de opiniones que se vierten por el derecho que tienen de hacerlo, pero al hacerlo violentamente, al marcar e incluso en algunos casos incitar directamente a la violencia, ponen en riesgo la integridad de terceros. La paradoja es que ejerciendo ellos su libertad de opinión ponen en riesgo la expresión, la integridad y a veces la vida misma de otras personas. Y ese es un límite que tiene el derecho a la libertad de expresión, porque la libertad de expresión no es un derecho absoluto”.
Mientras el Presidente utiliza su cuenta de X para repostear a cuentas que se muestran afines a sus políticas, como así también a cuentas que agreden a quienes lo cuestionan -por ejemplo, a políticos que no lo acompañaron con la Ley Ómnibus-, al mismo tiempo en Jujuy, hay dos personas que están detenidas por tuitear.
Sobre esto Becerra afirmó: “Esto nos coloca en un escenario problemático en materia de libertad de expresión donde no todo el mundo puede expresarse de igual manera siendo que la libertad de expresión es un derecho del que deberían gozar todas las personas por igual, independientemente de su investidura, jerarquía, o de su clase social. Es un escenario muy problemático, ciertamente no tan problemático como el de otros países, pero muy problemático en lo que ha sido en la historia de nuestro país la conquista de este derecho, su expansión, masificación, sobre todo en las décadas posteriores a la recuperación del régimen constitucional del año 83´”.

Democracia y desinformación
Otro de los sectores apuntados por el Presidente es el periodismo, sobre todo aquel que se expresa en disidencia con sus formas y políticas. Esto invita a pensar en la tríada periodismo, democracia y desinformación. Al respecto, Martín Becerra afirmó: “Todo esto, además, se produce en un ambiente en el que la producción y difusión de operaciones de desinformación forma parte del modelo de negocios de las grandes plataformas digitales, porque les reporta ganancias el hecho de que tantos usuarios destinen su tiempo, y entreguen sus datos para la extracción y comercialización. Esa es una de las bases de la Economía de la Atención que explotan estas plataformas y, por lo tanto, la diseminación de operaciones de desinformación encuentra ahí un territorio propicio para ser explotado, especialmente por líderes de ultraderecha o de derecha radical como Trump, Bolsonaro, el propio Milei”, y concluyó: “Una de las paradojas centrales es que las minorías, personas que están en una situación asimétrica, incluso las mujeres, que no son una minoría pero si están en una posición asimétrica históricamente respecto de los hombres, se autocensuran y, por lo tanto, vacían al espacio público de perspectivas que son necesarias en una sociedad que pretende tener una convivencia democrática. La democracia misma no es amenazada directamente por esto, pero sí erosionada y vulnerada por este tipo de discursos y prácticas que hoy vemos cotidianamente en manos del propio Presidente argentino”.

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