518 AÑOS DE RESISTENCIA

Por Gabriel Luna

A 518 años de la  Conquista Española,  rememoraré algunas características de esa conquista y un episodio notable de la resistencia indígena que conmovió a los primeros porteños cuando Buenos Aires era apenas una aldea: el asedio de Concepción del Bermejo, ciudad fundada por la Corona Española en 1585.

En 1632 estalla un conflicto, latente desde hace mucho tiempo. Los indígenas del Gran Chaco atacan las encomiendas de Matará y Guacara, en los alrededores de Concepción del Bermejo, y no dejan sobrevivientes. Las causas del conflicto son la invasión española y el abuso y la crueldad de los encomenderos.
La encomienda fue una suerte de sometimiento encubierto por la instrucción religiosa. Era como un pacto feudal. Se consideraba a los indígenas vasallos minores de la Corona y se los entregaba a los vecinos principales para enseñarles la “doctrina” religiosa, las costumbres civilizadas españolas y la manera decente de vestir, a cambio de servidumbre. Es decir, a cambio de la fuerza de trabajo indígena para mantener las casas, construir, cultivar los campos, cuidar el ganado y sostener la industria del encomendero.
La “doctrina” fue en realidad un instrumento fantástico de dominación: no se “encomendaba” al aborigen para enseñarle la “doctrina”, sino que se le enseñaba la “doctrina” para someterlo pacíficamente.

Cuando estalla el conflicto en el Chaco, hay 25 encomenderos con más de 1200 indios a cargo en Concepción del Bermejo y alrededores. Varias tribus insumisas -los Tocaques, los Hohomas, los Vilos y los Colastinés- asedian Concepción.[I] La noticia altera a los porteños. Concepción del Bermejo produce algodón, lienzos, cera, cáñamo, y ganado vacuno. Es un nodo comercial importante entre Córdoba y Asunción, y entre Córdoba, Asunción, y Corrientes, que permite el intercambio de productos del Interior con el Litoral.
El gobernador Dávila nombra a Antonio Calderón -que ha viajado con él desde Lisboa- teniente de gobernador y lo pone al frente de una tropa que sale de Buenos Aires. Son cuarenta soldados bien montados, muy armados de arcabuces, trabucos, picas y alabardas, cascos emplumados, corazas relucientes, botas altas, tambores y estandartes de España. Pero no alcanzan a proteger Concepción. Las tribus insumisas, repuestas hace ya mucho tiempo de la conmoción que ejercía la escenografía guerrera de los primeros conquistadores, acechan en el monte. Degüellan a veintidós y también a Antonio Calderón que muere con un pañuelo en la mano bordado por la hermosa Isabel Navarro, su prometida. Sólo diecisiete soldados maltrechos, desarmados y sin montura, llegan a Concepción por merced de las tribus.

Allí se puede respirar el terror. La empalizada con antorchas, la gente insomne, dos ollas vacías sobre un brasero en la plaza, padrenuestros y avemarías en una iglesia cubierta de velas, ranchos y telares abandonados, niños apedreando ratas, hombres taciturnos limpiando y cargando armas en el Cabildo.
“Vencida con tanta presteza, como ha sido, la guarnición de Trinidad, el asalto que nos llega es próximo”, dice el alcalde.
“Tampoco hemos de poder contra ellos si no ha podido ese tercio”,[II] dice un regidor.
“Ya casi no hay charqui,[III] las ratas malograron el último pozo de agua”, dice un vecino.
“Nosotros moriremos, pero a las mujeres les tocará peor suerte”, dice otro.

Antes del alba, una procesión de pena, silenciosa y oscura, abandona para siempre Concepción del Bermejo. Van todos de a pie, los niños y las mujeres cargando unos pocos bártulos en el centro, los hombres en los flancos de la columna llevando armas, dos sacerdotes, un sagrario y una cruz, adelante. Atraviesan el monte por la ruta hacia Corrientes murmurando oraciones. Son muy vulnerables, sin embargo las tribus los dejan pasar. Podrían haber escarmentado a los encomenderos, romper la cruz, o hacer un exterminio, pero los dejan ir. Sólo quieren que se vayan.

Concepción del Bermejo nunca fue recuperada por la Corona, la cubrió lentamente el monte y el olvido.[IV] Sus ruinas recién serán descubiertas en 1943.

Fragmento del capítulo XXI del libro LA OTRA HISTORIA DE BUENOS AIRES de Gabriel Luna, publicado por la editorial Punto de Encuentro.

NOTAS

[I] De las cuatro aldeas que componen la Gobernación del Río de la Plata (Trinidad, Concepción, Santa Fe, y Corrientes), Concepción del Bermejo es la más importante después de Trinidad, la primitiva Buenos Aires. Tiene aproximadamente 85 vecinos y 120 mujeres.

[II] Regimiento de infantería español.

[III] Conserva de carne vacuna salada.

[IV] Concepción fue fundada en 1585 por Alonso de Vera y tuvo como primer alcalde al joven Hernandarias.

4 comentarios en “518 AÑOS DE RESISTENCIA”

  1. Pasaron los siglos, las formas de dominacion cambian, pero el final es siempre el mismo;el que tiene poder es el que pone las reglas…..

  2. Es una pena que no pusieran en práctica el vocablo «conquista», y no que sometieran, hicieran desaparecer tanta gente con sus culturas, una urdinmebre de vivencias!

  3. En cierta forma , para quien no reconoce al verdadero dueño de las tierras, en parte de este texto se los deja como asesinos, solo se rescata el pàrrafo donde dice que los dejaron ir. Digo alguien rescata de la historia la verdadera matanza que se diesmó a las comunidades originarias?,alguien recuerda a la cantidad de indios y negros que murieron en las batallas independistas?Cuando se contarà la verdadera historia argentina?

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