El combate de la Vuelta de Obligado

La batalla de la Vuelta de Obligado se produjo el 20 de noviembre de 1845 como parte del enfrentamiento entre el gobierno de la Confederación Argentina, liderado por Rosas y la escuadra anglo-francesa, cuya intervención se realizó con el pretexto de lograr la pacificación entre Buenos Aires y Montevideo.

En realidad, lo que pretendía la flota europea, que comenzó a remontar el río Paraná los primeros días de noviembre,  era lograr garantías que  conseguir el libre tránsito y comercio en el estuario del Plata y todos los ríos interiores pertenecientes a la cuenca del mismo. No en vano escuadra anglo-francesa estaba formada por buques de combate y buques mercantes.

La principal fortificación argentina se encontraba en la Vuelta de Obligado, donde el río Paraná alcanza los 700 mts. de ancho y forma un recodo pronunciado  que dificulta la navegación a vela. Cuatro baterías de la Confederación, emplazadas en las barrancas de la ribera derecha del río, enfrentaron allí a la poderosa flota anglo-francesa que remontaba el Paraná desconociendo la soberanía argentina.

El general Lucio N. Mansilla, a cargo de 30 cañoncitos de bronce que no sobrepasaban el calibre 20, hizo tender, de costa a costa, sobre 24 lanchones, tres gruesas cadenas. En la ribera derecha del río montó 4 baterías artilladas con 30 cañones, muchos de bronce, con calibres de 8, 10 y 12, siendo el mayor de 20, los que eran servidos por una dotación de 160 artilleros y atacó a los 11 buques de guerra, que con sus 99 cañones de grueso calibre, protegían la mercadería que las demás naves transportaban rumbo a Corrientes y Asunción. Por otra parte, en las trincheras había 2000 hombres al mando del coronel Ramón Rodríguez y un único buque de guerra- el Republicano – que tenía como misión cuidar las cadenas que cruzaban el río.

El combate se inició al amanecer con múltiples bajas por parte argentina: 250 muertos y 400 heridos, 21 cañones de la batería cayeron en poder del enemigo que los inutilizó. Asimismo, incendiaron los lanchones que sostenían las cadenas y se perdió el buque Republicano, volado por su propio comandante ante la imposibilidad de defenderlo.

Luego de quince horas de combate, con 150 bajas y tres buques inutilizados, la flota invasora consigue romper las cadenas y remonta trabajosamente el Paraná, donde a lo largo de todo el trayecto será una y otra vez hostigada por partidas de gauchos y soldados. Si bien consigue llegar finalmente a Asunción, la pérdida en barcos, hombres y mercaderías, ha sido tan alta que la flota conjunta de las dos mayores potencias de la época ya no intentará nuevas aventuras contra la Confederación Argentina.

Las repercusiones de la batalla tuvieron gran difusión en toda América. Chile y Brasil cambiaron sus posturas – que hasta entonces habían sido hostiles a Rosas – y se volcaron a la causa de la Confederación. Hasta algunos unitarios – enemigos tradicionales de Rosas- se conmovieron, y el general Martiniano Chilavert se ofreció a formar parte del ejército de la Confederación para defenderla de los enemigos europeos».

Comentarios

  1. Muy buen artículo; claro y sintético.Un ejemplo más, que muestra como la » historia oficial» ha tapado hechos relevantes de nuestro pasado…

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