El Rincón del Lenguaje

Por Rodolfo Meyer

«Hasta que (no)»

El «Diccionario panhispánico de dudas» expone: «Es muy frecuente que, cuando la oración principal tiene sentido negativo, en la subordinada aparezca un no expletivo, esto es, innecesario, como refuerzo de la negación de la oración principal: No se fue hasta que no llegó su padre; se negó a confesar hasta que no llegó el juez. Debido a lo arraigado de este uso, ha de considerase admisible, aunque no hay que olvidar que el enunciado no necesita esta segunda negación. No se fue hasta que llegó su padre; se negó a confesar hasta que llegó el juez» (Real Academia Española, 2005, pág.315). A su vez, al referirse a la expresión «hasta que», expone Manuel Seco en su «Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española» (pág. 219): «Cuando el verbo principal va acompañado de una negación, es frecuente que se presente un no expletivo en la proposición: Ninguno se marchó hasta que NO se acabó el vino. Aunque es un uso normal en España, seria deseable omitir ese no (que carece de todo sentido negativo) a fin de evitar la posible interpretación equivocada del mensaje (v.Cuervo, Apuntaciones, n° 448). También la ausencia del no es normal: Ninguno se marchó hasta que se acabó el vino». Por su parte el «Diccionario de la lengua española» (Real Academia Española, 22aed., pág.1021), define «expletivo»: «que se emplea para hacer más llena o armoniosa la locución; p.ej., no me voy hasta que (no) me echen».
Pese a tan autorizadas fuentes, ese dual «uso normal» -habitual también entre nosotros, tanto en textos legales como literarios y periodísticos- no parece convincente. En los ejemplos transcriptos no se advierte que lo expuesto luzca «más lleno o armonioso», sino contradictorio, y conducente -efectivamente- a una eventual «interpretación equivocada del mensaje».
No puede considerarse «normal» y equivalente la «ausencia» o «presencia» indistinta del «NO»: lógicamente no es lo mismo que algo esté «ausente», o «presente».
Por ejemplo: no es igual decir «vivir hasta que muera», o «vivir hasta que no muera»; «leer hasta que me duerma», o «leer hasta que no me duerma»; «correr hasta que me canse», o «correr hasta que no me canse»; «quedarme hasta que me echen», o «quedarme hasta que no me echen». Sólo una de esas fórmulas -la primera en cada caso- expresa fielmente lo que se desea decir.
En las precitadas modalidades negativas, «hasta que» es usado en lugar de «mientras» (MIENTRAS no muera, no me duerma, no me canse, no me echen) . Si lo deseado es enfatizar el discurso, «mientras no» puede resultar preferible a «hasta que». Esta última expresión presupone un «cuando», relativo al momento en que se cumple el hecho esperado; si lo aguardado es positivo, es incongruente precederlo de un «no».
El equívoco se produce al supeditar la subsistencia de una situación determinada. Si esa continuación está condicionada a que algo ocurra (morir, dormir, cansarme, echarme), la situación latente se relaciona con un hecho expresado afirmativamente (y sólo así). Si -por el contrario- la perduración de aquel estado depende de que algo NO ocurra, el hecho condicionante debe ser expuesto negativamente (también sólo así) . Por ejemplo: «bailar hasta que las velas NO ardan»; «comer hasta que más NO pueda» («mientras» las velas ardan, o «mientras» pueda).
Es cierto que el idioma es algo vivo, en el que permanentemente nuevas palabras o expresiones se incorporan o caen en desuso, respondiendo al habla popular, pero ello no obsta al señalamiento de enunciados discutibles, como el aquí expuesto.