#NiUnaMenos, artistas visuales delinean los trazos de la violencia de género

por Dolores Pruneda Paz

La imposibilidad de representación de lo ominoso, la necesidad de educarse en la equidad de derechos y respeto mutuo sin distinción de género, la celebración de lo femenino y la persistencia de lo creativo son algunos puntos que remarcaron curadoras y artistas plásticos de cara a la marcha #NiUnaMenos, que se realizará mañana, 3 de junio a las 17, frente al Congreso Nacional .
«Un hombrecito pequeño, muy chiquito y apichonado al lado de un agujero gigante, oscuro y enigmático» es para Daniel Santoro una imagen posible del horror cultural y ancestral contra la mujer; que se contrapone «a la nena lindísima con los brazos hacia arriba, como diciendo libertad y rompiendo cadenas -que piensa Marta Minujín-, lindísima, sana y perfecta como antes de ser maltratada».
«El género femenino horroriza en la falta de control que proyecta en el otro. Cuando no nos pueden dominar, o no obedecemos al deseo de un otro que cree que puede matarnos a nosotras y a nuestros hijos como castigo», reflexiona la curadora Sonia Becce.
Mientras que para Santoro puede haber muchas respuestas a eso, «seminarios y ensayos enteros sobre cómo goza una mujer. El misterio femenino para el hombre es muy perturbador, un agujero insondable donde el macho teme caer».
«Por eso lo psicológico cala tan hondo, cómo se puede llegar al maltrato y al femicidio. Ahí es por donde hay que indagar y hacer la pedagogía real» postula el creador de «Gótico Peronista».
Lo importante, señala el autor de «Evita castiga al niño gorila», «es que la marcha sea pedagógica, para que los chicos se anoticien por ejemplo, de la idiosincrasia que reposa tras los chistes y esa ideología tan fálica que ronda los juegos infantiles y que termina en tragedia».
«Hay que marchar porque esta convocatoria nos involucra a todos, una sociedad tan patriarcal como la nuestra precisa sacudirse un poco todos sus prejuicios y visiones que hace tanto tiempo están muy adentro, sin distinción de géneros. Todos tenemos al enano machista dentro», resume el reconocido pintor de iconografía peronista.
«Hay que sumar: varones, mujeres, niños, intersexos, la población entera debe sentirse convocada ante semejante catástrofe moral, hay que estar para demostrar que mucha gente está contra ese acto de horror que es el exterminio», interviene la curadora Sonia Becce.
A lo que Santoro refuerza que «está bueno que la marcha no sea capturada por una determinada orientación sexual o de género, porque es un problema muy grave, ya sabemos lo que sucede cuando ese enano toma el control».
Becce puede medir su último viaje al exterior con los casos de femicidio que escucha: dejó Argetina hace 20 días con la muerte de Chiara Páez sonando a sus espaldas, la joven de 16 años cuyo novio confesó haber asesinado en Rufino; y regresó cuando en los titulares se lee el nombre de María Angélica Baiotti, la mujer de 37 años baleada por su ex pareja en Santa Rosa.
«Es grave partir del concepto de que es obediencia o muerte: ‘te desaparezco’, para todas estas cosas lo que precisamos es educación -coincide con Santoro- para los varones y mujeres que crian hijas e hijos que no deben dejarse pegar ni someterse y que, si ocurre deben saber dónde denunciar, cómo erradicar el miedo».
Además de que «vivimos en una democracia que nos permite expresarnos -acota Liliana Piñeiro, directora de la Casa del Bicentenario porteña-; y ante situaciones tan límites es un compromiso como pueblo hacer valer ese derecho, es necesario generar conciencia».
«Me corre un escalofrío cuando en un país donde tenemos una presidenta ocurre este horror, graficado en los apelativos peyorativos, de género, que recibe sobre su investidura de autoridad máxima, algo que no solía ocurrir en las presidencias ejercidas por varones», acota Piñeiro.
En este marco es que Minujín llama a «olvidar el pasado y mirar el presente, porque los golpeadores y las golpeadas son hijos de la democracia. Por eso es necesario que esta marcha sea internacional, mundial, global».
«Es tan complejo que te preguntás cómo podemos estar diciendo no al femicidio, no a los asesinatos a mujeres -cuestiona la directora teatral y curadora Vivi Tellas- ¿Qué pasa en esta sociedad que hay que plantearlo en estos términos?»
Tellas habla del «castigo cultural histórico de estar disponible 24 horas para la sexualidad (los femicidios involucran generalmente violación, ex parejas) -y exclama-: ¡Basta de discutir si nos lo buscamos, si lo provocamos!».
«Yo provoco todo lo que quiero, soy una artista provocadora, y no por eso alguien tiene potestad de matarme, una idea que tiene sus raíces en la dictadura, con secuelas muy profundas en las que aún no entendemos qué pasa», sintetiza Tellas.
La imagen en torno al femicidio que evoca Piñeiro está en construcción: «Me asaltan flashes de cuando se empezó a trabajar la silueta de los desaparecidos, o los pañuelos de las Madres de Plaza de Mayo; creo que lo que pueda representar esta lucha nacerá de una abstracción de la que son capaces los artistas, pero no imagino qué».
«¿Una imagen capaz de representar ese horror? No se me ocurre. Lo ominoso no tiene posibilidad de representación», sentencia Becce y Tellas resume: «No sé, lo que sí­ digo es ‘chicas somos muy libres y no tenemos que disimularlo más, nuestra sexualidad es increí­ble, maravillosa».

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