La Otra Historia de Buenos Aires

Segundo Libro PARTE XXIV C La Virgen de Luján por Gabriel Luna Octubre de 1671. Gregoria Silveira Cabral y Ana Matos Encinas salen de Buenos Ayres en la carroza del Obispo. Tras las ventanillas, el ejido destaca como un conjunto interminable de cardos con flores azules, rumor de cigarras, mucha luz entre tonos verdes y ocres, animales pastando. La carroza tirada por dos caballos transita sin sobresaltos el camino real. Hay un enjambre de mariposas, temperatura agradable. Pero no se trata de un paseo ni de un viaje familiar. Las (Leer más…)

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Segundo Libro PARTE XXIV B Explotar y poblar con los milagros de la Virgen por Gabriel Luna Septiembre de 1671. Dos mujeres elegantes y atractivas, aunque de cierta edad (una ronda los 40 y la otra pasa los 50), entran al “castillo” del Obispo, que no está en la catedral sino bastante apartado, a dos cuadras de la Plaza Mayor -en la actual esquina de Moreno y Bolivar-. El “castillo” (llamado así más por lo inaccesible a los fieles, que por su aspecto) es en realidad una amplia casa española (Leer más…)

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  Segundo Libro PARTE XXIV A por Gabriel Luna Los piratas, el contrabando y la Virgen de Luján En enero de 1671, mientras el pirata Henry Morgan ponía sitio al puerto de Panamá, el gobernador Martínez Salazar intentaba controlar el contrabando en Buenos Ayres. Tanto Panamá, en el océano Pacífico Norte, como Buenos Ayres en el Atlántico Sur, pertenecían al Virreinato del Perú, y ambos puertos eran las “puertas” de América para el Imperio español. De hecho, la “puerta” principal era Panamá. Desde allí, la ruta del Pacífico inaugurada por (Leer más…)

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Segundo Libro PARTE XXIII  por Gabriel Luna El 2 de junio de 1670 arriban a Buenos Ayres el navío de permiso “San Hermenegildo” y el patache “San Miguel”, una pequeña embarcación de guerra que sirve de escolta, para dar avisos, reconocer las costas y ayudar a fondear en los puertos. Hay entonces cinco barcos holandeses distribuidos en la costa y dedicados a la exportación de cueros, pero se ha reservado el mejor lugar para fondear al “San Hermenegildo” en el pozo de la Merced -ubicado entonces sobre la actual avenida (Leer más…)