Centro de Salud y Feria. San Nicolás Blues

por Rocío Bao

Escombros, pastizales, paredes húmedas, barro, charcos de agua sucia, ratas vivas y palomas muertas. Es lo que hay en Viamonte al 1747. Es lo que quedó y se acumuló tras 11 años de promesas incumplidas de un Centro de Salud y Acción Comunitaria, cuyo monto millonario destinado para su ejecución, jamás llegó a su fin. Pero eso no es todo.

En la puerta trasera del predio abandonado hay una Feria de Alimentos que subsiste hace años contra todo y que, junto al Centro de Salud inacabado, fue tasado en 60 millones por la Dirección General de Bienes del Gobierno de la Ciudad.

La construcción que nunca fue

Para hablar del Centro de Salud ubicado en el porteño barrio de San Nicolás, es necesario hablar de la denuncia constante, de las crónicas que reflejan aquello que jamás se realizó, de los reclamos de vecinos sin responder, de las miles de firmas juntadas en un papel, del monto millonario para una obra que jamás se concretó (y cuyo destino se desconoce) y de los pedidos de informes respondidos con demoras e incompletos.

Volteemos la vista atrás y hagamos un pequeño recorrido histórico: Poco tiempo había pasado de la Revuelta social de 2001, cuando el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) otorgó a la Ciudad de Buenos Aires un crédito por 200 millones de dólares, a cambio de que el Gobierno implementara mecanismos de transparencia, promoviera la participación ciudadana y garantizara la cobertura de servicios públicos. En ese marco, el entonces Jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, lanzó en 2002 un Presupuesto Participativo mediante el cual, un año más tarde, los vecinos votaron por la construcción de un centro de salud en el barrio San Nicolás, que luego ratificaron en 2004. Finalmente, en 2005 comenzó a gestarse el tan esperado y necesario espacio, para el cual se habían destinado $ 2.149.288 dólares. Pero once años más tarde de aquellos cimientos, la obra se transformó en un basural ubicado en una zona estratégica y encarecida de la Ciudad.

Entonces, la construcción es hoy en un centro de nada, que ha ingresado en un vaivén de idas y vueltas, donde el cemento se fue secando y las chapas que daban a la vereda y tapaban la entrada pasaron de anunciar la obra en cuestión a convertirse en un espacio más de publicidad de empresas y de propaganda del Gobierno porteño.

En mayo de 2006 detuvieron la construcción por primera vez, para reiniciarla en marzo de 2007, y -como si fuera un chiste para los vecinos- volvieron a paralizarla en octubre de ese año. Entonces, Periódico VAS  realizó un pedido de informes, apoyado en la ley 104 de acceso a la información pública; solicitó información sobre el estado de construcción del Centro de Salud al gobierno de Jorge Telerman, quien en ese momento tenía a cargo la gestión de la Ciudad. El informe fue otorgado un día antes de finalizar su gestión. Allí figura que el último certificado de obra fue del 31 de julio de 2007, con un paupérrimo avance de obra de tan sólo el 14,49 por ciento.

En 2009, con un año de gobierno de Mauricio Macri en la Ciudad y las promesas en el aire de continuar con la construcción, el Fondo de Infraestructura Social (FOISO) asignó a la obra una partida de 1.817.853 dólares. Pero en noviembre del mismo año la Contaduría General anuló esa partida y el entonces ministro de salud porteño, Jorge Lemus, restituyó el predio a la Dirección General de Bienes.

El 10 noviembre del 2010, en una reunión de Comisión de Presupuesto de la Legislatura porteña, el ex ministro de Salud porteño Jorge Lemus, reafirmaba el anuncio de construcción y finalización de: “un centro de salud de nivel tres, una posta sanitaria del SAME un centro de adicciones y también algo sobre discapacidad”. Pero para ese entonces, Lemus se había desentendido -un año atrás- del predio de la calle Viamonte y, aun así, permitió que se le asignara la partida presupuestaria para el año 2011.

Luego vinieron las dos mil firmas reunidas por los vecinos para que, de una vez por todas, se finalizara la obra, pero eso tampoco logró mover la voluntad política. Y mucho menos el bolsillo. Recientemente, los vecinos realizaron un banderazo frente al predio, pero tampoco lograron avances en la construcción ni en la información de los motivos que limitaron la finalización del CeSAC.

La puerta trasera

A la vuelta del predio, sobre la avenida Córdoba, justo en la parte trasera del inacabado Centro de Salud, se encuentra la Feria de Alimentos, un lugar tradicional del barrio que pasó varias crisis económicas, pero que aún persiste y da batalla. Quesos, verduras, carne, fiambres, pescado, tapicería, y un poco más, están a disposición del público.

Y claro, hace años que nada es color de rosa en esa feria. Una de los vendedoras se queja y pide el anonimato; teme “que nos rajen a todos” ante la denuncia explícita. Cuenta que paga 7 mil pesos de alquiler, que es su única fuente de trabajo, y que días atrás, algunos de ellos asistieron a una reunión del sector de Ambiente y Espacio Público del Gobierno porteño, donde les propusieron refaccionar la totalidad de la feria (algo que los vendedores han solicitado en varias ocasiones). Pero la propuesta consiste en sacar a todos durante tres meses, sin ningún sustento económico durante ese período y sin ninguna garantía de que, finalizada la “refacción”, los puesteros recuperen sus fuentes laborales.

“Esto lo hicimos todo a pulmón, con nuestras propias manos”, dice esta trabajadora. ¿Y si los presionan para dejar los puestos?, pregunta Periódico VAS. “Entonces vamos a poner resistencia”, asegura.

El peligro de esta propuesta, no sólo reside en el improbable hecho de que se realicen las refacciones, sino en que este sitio es la fuente laboral de 12 personas, que engloban 5 familias. Tal vez, hablando de costo beneficio, resulte poca esa fuente laboral para la Dirección General de Bienes del Gobierno porteño, que por el 2012 tasó el inmueble de cuatro lotes: dos que incluyen el Mercado San Nicolás, y dos del Centro de Salud, en 60 millones de dólares. Hoy, en 2017, el valor se estima en 90 millones de dólares (el dólar también se devalúa).  

Antes de la construcción del Centro de Salud, la feria también tenía entrada por la calle Viamonte. El lugar funcionaba como una galería que unía Viamonte con la avenida Córdoba y había cierto movimiento. Ahora el paso está cerrado por el Centro abandonado. “Una vez puestas las chapas galvanizadas y la puerta con candado, muchos vecinos dejaron de venir”, se queja Analía, una de las puesteras de la feria, mientras abre la puerta para que ésta cronista pueda tomar fotografías del Centro, “andá con cuidado porque adentro te podés encontrar de todo”, advierte. Analía dice que no entiende por qué no tiran todo esto abajo, que se quejaron en Salubridad por las ratas y por la basura que hay, que lo único que saben es que el predio quedó en manos de Seguridad y que del dinero destinado al Centro de Salud no se sabe nada.

Los vecinos quieren saber

Escombros, pastizales, paredes húmedas, barro, charcos de agua sucia, ratas vivas y palomas muertas. Los reclamos y pedidos de informes por parte de los vecinos de la Comuna 1 no están basados únicamente en el derecho a la información pública respecto del avance de una obra prometida y decidida de forma participativa, sino que tienen que ver con una necesidad sanitaria y con las complicaciones económicas de los residentes en el barrio San Nicolás por no contar con asistencia de salud pública.

Gabriel Sánchez, médico y comunero, también se ha movilizado por esta causa realizando varios pedidos de informe desde el Consejo Consultivo Comunal, sin obtener respuestas. Presentó, además, un Proyecto de Declaración de Interés y Acción Comunal acerca de las obras inconclusas de los CeSACs de Viamonte 1747 y Chile 1634, que fue aprobado por unanimidad en la Junta Comunal en junio de 2016 y acompañó pedidos de informe de la Comisión de Salud de la Legislatura de la CABA. “En agosto de 2008”, explica Sánchez, “se rescindió el contrato suscripto por la ex Secretaría de Salud del GCABA y la firma ECMA SRL para la obra ‘Construcción del CeSAC ubicado en la calle Viamonte 1747’, que fuera aprobado y adjudicado en 2005. Si bien en los pedidos de informe se pregunta específicamente por el estado de avance de las obras, las medidas de conservación e higiene del predio y el plazo de finalización de las obras, no nos han dado las respuestas correspondientes. Hoy en día, el inmueble destinado al CeSAC Viamonte 1747, se encuentra bajo la órbita del Ministerio de Justicia y Seguridad del Gobierno de la CABA”.

Santiago Espil, juntista de la Comuna 1, asegura: “Tenemos una población en la Comuna que depende más de la salud pública que en otras comunas.  Un dato que reafirma esto. La Ciudad tiene en promedio un NBI del 7 por ciento. Es decir, el 7 % de la población tiene Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). En nuestra Comuna el NBI trepa al 18,1 por ciento”.

Menoscabar la calidad de vida

No es casualidad que los vecinos hayan votado en aquella oportunidad la construcción de un espacio de salud en el barrio de San Nicolás con carácter prioritario. No es un capricho el hecho de reiterar los reclamos para que finalicen la obra y para que, en lugar de ratas y focos infecciosos donde abunda la suciedad, haya médicos y pacientes.

Sucede que el barrio San Nicolás, también denominado El Centro por ser núcleo cultural, comercial y económico de la Ciudad, que cuenta con parroquia, universidades, líneas de subte que lo atraviesan e importantes avenidas, no cuenta, en cambio, con centros hospitalarios públicos uni o polivalentes en su amplio territorio.

Tal como explica Sánchez, en su carácter no sólo de comunero sino de médico, “es bien conocido que las dificultades en la accesibilidad al establecimiento de atención de la salud constituyen una barrera que menoscaba la calidad de vida de los habitantes. Por tal motivo, resulta necesario contar con establecimientos prestadores de atención de la salud dentro del barrio.”

Esto genera que para recibir atención médica, los vecinos de San Nicolás deban trasladarse a los hospitales Argerich, Fernández o Ramos Mejía, si se tiene en cuenta también que Los CeSACs más cercanos se encuentran ubicados en los barrios de San Telmo y Retiro, requiriendo el desplazamiento obligatorio hasta esos barrios, condicionando de esa forma el acceso de los pacientes, ya que incurren en gastos y pérdida de tiempo.

Otro dato no menor es el hecho de que la población del barrio se encuentra en riesgo de contraer enfermedades prevenibles y, según lo indicado por Sánchez, “aproximadamente el 40 % no cuenta con alguna modalidad de cobertura de atención de la salud. Por esta razón, deben demandar atención al sistema público, cuyo referente primario es el CeSAC.  Por eso es tan necesaria la existencia de un establecimiento preparado para brindar la atención de salud que esté ubicado en el barrio, y con el que no contamos actualmente. Otra ventaja de la existencia de un CeSAC es su capacidad de filtrado diagnóstico, permitiendo derivar a los pacientes, según su necesidad de atención, al nivel de atención que requiere su problema de salud. Esto evita la recarga innecesaria de los hospitales de alta complejidad con la atención de consultas de baja complejidad. Hoy en día, en la sala de espera de la guardia del Hospital Argerich encontramos a vecinos de San Nicolás que esperan ser atendidos por problemas cardíacos, junto a los que concurren para tramitar la libreta sanitaria o consultar por un dolor de garganta.”

2017, un año más que comienza a correr y del Centro de Salud sólo queda una construcción fantasma, vecinos que no cesan de reclamar, ratas que pasean y ladrillos que empiezan a corroerse por dentro.

¿Y el monto destinado para la construcción del CeSaC? Bien, gracias.


Fotos: Rocío Bao

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