El arte joven copó los museos

por Mercedes Ezquiaga

Los museos hoy ofrecen experiencias alternativas de apropiación del espacio, con obras de artistas contemporáneos que dialogan con la colección permanente a través de una programación que hace hincapié en atraer a un público joven, dueño de una poderosa capacidad de viralización en internet y redes sociales, donde juegan un rol central.
El ciclo Bellos Jueves en el Museo Nacional de Bellas Artes y la Fiesta Megamatiné en el Museo de Arte Moderno son sólo algunas de las actividades que combinaron djs, tragos y un arte joven y desenfadado, dispuesto a demostrar cómo las producciones contemporáneas más experimentales han copado instituciones hasta hace poco reservadas sólo para ‘artistas consagrados’.
Hasta hace unos años prevalecía el desdoblamiento de circuitos que delimitaban el arte institucional o mainstream de lo alternativo, pero hoy la experiencia museística, como nunca antes en este 2014, abrió sus puertas de par en par al arte joven, a lo experimental y a la performance, un combo que a su vez permite una recontextualización del patrimonio permanente.
La cultura «subterránea» y alternativa, que alguna vez fue la bandera enarbolada por los más jóvenes y audaces a modo de «rebelión», se integra ahora de manera natural a la oferta de los museos de la ciudad e incluso, uno de los espacios más efervescentes de la movida under, el Patio del Liceo, se nutre de artistas jóvenes y galerí­as en ascenso que integran la grilla de actividades de diversas instituciones locales.
«El Museo Nacional de Bellas Artes considera necesaria la participación de jóvenes artistas en su programación y cree que es fundamental repensar sus colecciones desde la producción contemporánea». Así­ se presentó el ciclo que se realiza el último jueves de cada mes, con curadurí­­a general a cargo de Santiago Villanueva.
El Dj Villa Diamante pinchando música electrónica en la terraza del Bellas Artes, con las estrellas de testigo, porrones gratuitos de cerveza que pasan de mano en mano y un tumulto de gente haciendo fila para entrar en las escalinatas del frente se convirtieron en la postal del primer Bellos Jueves, impensada en cualquier museo de principios del siglo XX.
Las secuencias rí­tmicas de la música electrónica sonaron con fuerza en la sala 20 de la planta baja, y envolvieron con su loop las armónicas esculturas francesas del siglo XIX, mientras el joven Tomas Maglione realizaba proyecciones de sus cortos sobre una pintura de El Greco del siglo XVI o el joven poeta Juane Odriozola recitaba una oda junto al busto de Balzac, del escultor francés August Rodin.
En un horario en que los museos están acostumbrados al silencio y la quietud, funk, neo cumbia y cumbia peruana fue la música elegida por el DJ Villa Diamante (el mismo de Bellos Jueves), para amenizar la velada «Megamatiné», realizada a principios de noviembre, de 19 a 1 de la madrugada- en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba).
Se trató de una propuesta de barra y food truck que invitaba a los jóvenes a incorporarse y convertirse en socio activo de la Asociación Amigos del Museo, idea de su directora Victoria Noorthoorn, quien asumió su cargo a fines de 2013 e imprimió a su gestión una polí­tica de puertas abiertas, secundada por un equipo de curadores como Javier Villa o Rafael Cippolini.
La joven no sólo rebautizó el museo (de Mamba pasó a autodenominarse «el Moderno») sino que además incorporó numerosas actividades, como un ciclo de arte sonoro y música experimental, desfiles, charlas entre artistas y curadores, e incluso una maratón de performances «Performatón», en la que el artista Nicanor Aráoz desplegó su obra «IMNXTC» («Im in ecstasy»), una fiesta rave -con djs y luces de neon- transformada en obra de arte puertas adentro del museo de San Telmo.
«IMNXTC es una performance y una invitación a pensar bajo qué nuevas formas puede comenzar a pensarse parte del arte de nuestro tiempo», decí­a por entonces este joven artista y se referí­a también a una temática ineludible en el arte actual: la necesidad del encuentro, del intercambio, del cruce de disciplinas y de la sinergia surgida en el trabajo colectivo.
Tal vez, este copamiento de los jóvenes en los lugares institucionales de la cultura no hace más que evidenciar la efervescencia y burbujeo de la cantidad de artistas y producciones que se desplazan por un circuito «under» que no da abasto, protagonizado por escenarios como el mencionado Patio del Liceo, La Fábrica, el espacio Chela y otros.
Además, gran parte de esta generación tan globalizada, está hiper comunicada y se nutre dí­a a dí­a de un exceso de información que luego, en la medida de sus posibilidades, traslada a sus obras que evidencian un fuerte cruce de disciplinas y un sinfí­n de recursos.

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