Mapa urbano de las luchas por los derechos de las mujeres

por Silvia Molina

Una cartografía feminista en marcha creada por el colectivo Mujeres Públicas con la colaboración de la historiadora del Conicet Andrea Andújar, permite recorrer la capital argentina descubriendo espacios públicos donde las mujeres accionaron en defensa de sus derechos en los últimos 200 años.
Los aportes de ellas en la parición de la incipiente nación están invisibilizados en la historia oficial de los primeros años revolucionarios.
Por eso, el paseo cronológico en proceso inicia nombrando a Juana Manso, que en 1859 se convirtió en directora de la primera escuela primaria mixta que funcionaba en Bernardo de Irigoyen 123, cargo al que llegó con fundados antecedentes como pedagoga, periodista y feminista.

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Luego el recorrido invita a llegar a Barracas, a Ituzaingó 279, emplazamiento del conventillo Los Cuatro Diques que en 1907 fue el epicentro de la ‘huelga de inquilinos’ que se negaban a pagar rentas usureras, reclamo que se extendió a 300 inquilinatos más.
Ellas, anónimas, con sus niños, sus escobas y baldes con agua hirviendo, eran el frente de resistencia a la represión policial.
Cerrando el siglo e iniciado el próximo, mujeres piqueteras repetirían el protagonismo en las protestas poniendo el cuerpo a la crisis socio económica de fines de los años ’90 y principios del 2000, por ejemplo, en el Puente Pueyrredón.
Volver por la 9 de Julio hasta Sarmiento permite regresar a la primera década del siglo pasado, para encontrar la numeración 1356 donde se hizo, en 1910, el primer Congreso Femenino Internacional para pedir por el derecho a la salud femenina, de niñas y niños, acceso al voto y al divorcio vincular.
Allí fueron protagonistas, entre otras, Alicia Moreau, que en Esmeralda 983 fundó su consultorio ginecológico y fue la creadora de la Unión Feminista Nacional, política y mucho más.
«La doctora Moreau sueña sueños de muchas, sueños más grandes que una avenida propia en un barrio para pocos», reflexionan las Mujeres Públicas en su cartografía.
A la par, Julieta Lantieri convoca en la Plaza Flores: allí hacía simulacros de voto femenino desde marzo de 1920, para agitar el movimiento sufragista.
Un año después, ocurre ‘la puñalada de Amelia o cómo se extinguió la discriminación de las mujeres casadas del servicio telefónico en la Argentina’, tal como tituló la directora del Conicet, Dora Barrancos, un trabajo académico sobre el hecho.
Amelia -se desconoce su apellido- era cubana, empleada en la Unión Telefónica donde no se permitía que trabajaran casadas. Una carta anónima enviada al director de la empresa, Jacobo Parker, hablaba sobre el matrimonio secreto de la joven. La despidieron.
Ella llegó a Libertad al 1100, casa de Parker, y lo apuñaló. No lo mató. A partir de ese hecho, las casadas pudieron trabajar en la compañía.
Por Libertad, la cartografía feminista invita a detenerse en Avenida Córdoba 3280, sede del prostíbulo donde estuvo cautiva la polaca Raquel Liberman que denunció, en 1935, a la organización criminal Zwi Migdal que, entre otras cosas, captaba mujeres para explotarlas sexualmente.
Cinco años después, un 2 de enero, llegaba a la estación de Retiro Eva Duarte…que luego sería de Perón y daría el voto a las mujeres.
Durante los ’70, SAFO, grupo clandestino de lesbianas, se reunía en La Rioja al 100 junto al Frente de Liberación Homosexual para afrontar los embates represivos.
La Plaza de Mayo, centro de protestas y festejos, es el ícono que identifica la lucha de las Madres de Plaza de Mayo, que comenzaron a circular el 30 de abril de 1977 y nunca pararon.
Desde el retorno democrático en 1980, reconstruir el camino de ellas es imaginar a las que, en 1983, montaron un Tribunal de Violencia contra la Mujer en Corrientes y Uruguay, denunciando e iniciando la metodología de ‘escrache’ a los maltratadores.
En 1986, el Centro Cultural Recoleta acoge la muestra ‘Mitominas’ donde «reinventamos a través del arte lo mitos mentirosos sobre nosotras’, cuenta una de las impulsoras, Monique Altschul.
Retomando por la zona del Palacio de Justicia, se llega a Lavalle al 800, donde Adriana Carrasco, Ilse Fuskova y Josefina Quesada se paraban los sábados a la noche con carteles y despertaban debates.
«No interveníamos en las discusiones. Poníamos el cartel y escuchábamos. El que más ira provocó fue el que decía: La mujer es la única dueña de su fertilidad», recuerda Fuskova.
Fue el Centro Cultural San Martín de Avenida Corrientes la sede del primer Encuentro Nacional de Mujeres, movimiento imparable, que este año, el del bicentenario, cumple 31 años y que reunirá a las que siguen transitando el espacio público en busca de derechos.

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