Villa 31 o la postal eterna

Por Clarisa Ercolano

Podría definirse como un caleidoscopio caprichoso el panorama que recibe al visitante cuando ingresa en la Villa 31. Una suerte de mundo paralelo resiste a metros de la terminal de Retiro y rodeado por los edificios más lujosos de la Ciudad, cerca de Puerto Madero. Casi como una postal más, para quienes inician un viaje y acostumbran su mirada a esas casas de colores, con escaleras por fuera, que se levantan hasta lo inimaginable.
Uno de los edificios de la Prefectura Naval Argentina limita directamente con la primera construcción de tres pisos, que marca el ingreso en el sector más populoso de La 31; la casa pintada de rojo oscuro tiene en una de sus esquinas una estatua de yeso con la figura de un ángel blanco. Más adelante, las imágenes y las oraciones pintadas al padre Mugica, se multiplican una y otra vez. Hace un año y medio se levantó una suerte de paredón, que separa a la Terminal, del barrio, tal vez intentando tapar el sol con la mano. Ese mismo paredón sirvió de pared para poder seguir construyendo y empezar a hablar de una Villa 31-3. Actualmente, las edificaciones precarias sobrepasan la altura misma de esa medianera. Los propios delegados calculan que viven unas 70 mil personas en total.

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Con un plan de urbanización previsto desde 2010 y un presupuesto asignado, las cosas parecen quietas como una postal en La 31. Un grupo de vecinos, representado por la delegada electa Angélica Banzer, señala que la falta de cloacas, agua potable y luz son una constante que dificulta la vida de todos los habitantes de la Villa. Ya lo repiten como una letanía, ante cada medio que se acerca para escuchar siempre lo mismo. Pese a eso, La 31 ya tiene una feria, medios de comunicación internos y hasta restaurantes, y en estas vacaciones de invierno, hubo apoyo escolar y se armó una colonia.

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Sin embargo, tener un aspecto más urbano -si se lo compara con otros asentamientos- no cambia las cosas. La 31 quiere empezar a ver los efectos de la Ley 3.343, que determinó la urbanización. Es que una simple lluvia puede cambiar la realidad de muchas familias en la Villa, sólo por poner un ejemplo. “El barrio Villa 31 está abandonado y en todo caso es sólo manejado por unas cuantas personas. Hay un malestar generalizado. Uno de los más excluidos es el sector Autopista, pero al margen de todo, queremos la urbanización plena del barrio. ¡Basta de abandono!”, aclara Banzer a Periódico Vas. “Ellos tienen sus métodos, el clientelismo. Yo no me moví nunca de mi lugar, gestiono para todos los vecinos por igual”, remarca.

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Para esta mujer, la independencia política es un costo que debe pagar con creces. Banzer no milita en ningún partido, y eso a la hora del reparto y de la caza de votos la vuelve potencialmente peligrosa para los amigos de la vieja política.

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“Hace más de un año se hizo cargo de las obras, con un presupuesto millonario, la Secretaría de Hábitat e Inclusión dependiente del Ministerio de Desarrollo Económico de la Ciudad”, explica Banzer y agrega: “el año pasado estaba Alejo Maxit y tuvo que renunciar por una serie de irregularidades en su cartera, ahora están asignados Gonzalo Mortola y Gastón Macías y no cambió nada, siguen manejando todo de manera discrecional y oscura”.
“No me están postergando a mí, están postergando a mis vecinos, estoy pidiendo desde hace mucho tiempo auditorías para saber sobre el tema de los jugosos presupuestos que hay para el barrio, y por qué en algunos sectores hay de todo y en otros no hay nada”, resume.
Cuando Banzer refirió que tomaría contacto con los medios, las promesas se reforzaron. Pero ella eligió seguir, y dar otra nota, en el caso de que cumplan lo que año tras año se posterga. “Gastón Mortola me recriminó porque yo publicaba mis quejas en las redes sociales, me dijo que eso lo tenía mal. ¡El tema es que más mal me tienen a mí todos estos atropellos!”.
“Dicen que trabajan con los delegados y es mentira; cada delegado, de acuerdo a las necesidades que tiene y a buenos criterios, debe presentar proyectos para que los evalúen, yo no me opongo a nada ¡pero conmigo no juegan!, que las reglas sean claras”, reclama Banzer.

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Es que la urbanización que se consiguió mediante la sanción de la ley nunca termina de arrancar, y los sectores vulnerables sienten que los políticos, del partido que sean, los utilizan en épocas de campaña, casi como telón de fondo para tomarse las fotos: “Lo único que nos queda es que la presidenta Cristina Fernández traspase las tierras a la Ciudad, y si no lo quiere hacer a la Ciudad, que lo haga a los vecinos directamente”, se esperanza Banzer.
Banzer también coordina la organización Mujeres Trabajando por un Futuro, donde el fuerte es el trabajo social y la asistencia alimentaria, “acá hay chicos con bajo peso y mal alimentados”, remarca. “Tenemos diferentes talleres, como apoyo escolar, violencia familiar, asesoramiento migratorio. Todos tienen las puertas abiertas en nuestra organización”, dice.

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Desde 2007 el Gobierno porteño viene variando su posición respecto a qué hacer con las villas, y La 31, por su ubicación, siempre queda al tope de las discusiones. En 2007, en plena campaña, Macri propuso erradicarla. En 2009 se votó y no se vetó la ley que permite que sea urbanizada. Sin embargo, lo que se diga poco importa ante los reclamos de los habitantes, quienes, por ejemplo, denuncian que los camiones que deben ingresar en el barrio a realizar tareas de mantenimiento piden “coima” para hacer el trabajo por el que ya reciben pago.
Cabe aclarar que el uso del terreno actual de la villa para viviendas se remonta a la década del 30 y que a comienzos de los 70 ya había 16 mil familias asentadas que fueron desalojadas fuera de la Ciudad por la Dictadura Militar. Con el avenimiento de la democracia, la zona volvió a poblarse. Actualmente, los terrenos son mayoritariamente estatales y son controlados por la Unidad de Gestión Operativa Ferroviaria de Emergencia (Ugofe) y por el Organismo Nacional de Administración de Bienes del Estado (Onabe). En 2009 se pavimentaron algunos accesos y se colocaron algunos postes de alumbrado público. No mucho más. Ahora, quienes sobreviven allí, solo esperan que la ley se cumpla. Y que la postal, sea otra.

Fotos: Cristian Minzer

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